Información
Camellya VA
Chino: Voz: Liu ZhiXiao
Japonés: Voz: Ise Mariya
Coreano: Voz: Yu Hye Ji
Inglés: Voz: Meaghan Martin
Informe de Examen Forte de Camellya
Poder de Resonancia
Flor de sangre
Informe de Evaluación de Resonancia
Evaluación base: [Evaluación de Resonancia RA2███-G]
El momento exacto del Despertar de la Resonadora Camellya es incierto debido a su trastorno ███. Ha sido capaz de utilizar su Forte desde el Despertar.
La Marca Tácita de la Resonadora Camellya se encuentra en su pecho. Tras su Despertar, su cuerpo ha mostrado claros signos de somatización vegetativa. Tanto su brazo derecho como su cabeza muestran alteraciones, con el grado de cambio intensificándose junto con las fluctuaciones de frecuencia.
El Patrón del espectro de resonancia de Camellya se asemeja mucho al de una flor de camelia, mostrando una fuerte reacción de Sintonía. Sin embargo, la causa del Despertar de Camellya sigue siendo incierta ya que no se ha encontrado ningún objeto que coincida con los cambios en su Patrón del espectro de resonancia.
La fase inicial de la Curva de Rabelle muestra múltiples fluctuaciones irregulares. Una vez que la Curva de Rabelle supera la criticidad, █████████████████.
«Se sospecha que este sujeto es una Resonadora Artificial. Sin embargo, el patrón actual de la curva no coincide con ninguna muestra conocida. Por lo tanto, este informe queda sellado por ahora.»
Informe de Diagnóstico de Overclock
El gráfico de ondas de la Resonadora Camellya muestra fluctuaciones en forma de aguja. El patrón del Dominio del tiempo revela una actividad intensa y caótica, con una frecuencia extremadamente alta. Durante las pruebas, los datos del Dominio del tiempo mostraron una distorsión significativa, y el valor máximo sigue siendo indeterminable.
Criticidad resonante: Baja. La frecuencia de la Resonadora Camellya muestra una estabilidad extremadamente baja, con un alto riesgo de overclock.
La Resonadora Camellya tiene un historial documentado de overclock. Calificación máxima de overclock registrada: Alta.
Según el informe de Camellya, los episodios de overclock ocurrieron tras su Despertar y se asociaron frecuentemente con la recuperación del trastorno ███, así como con fluctuaciones emocionales. En las etapas posteriores de la overclock, sus síntomas progresaron a una somatización vegetativa de todo el cuerpo. Esta condición resultó en degradación del habla, desorientación cognitiva y episodios de dolor. El desencadenante específico de su deterioro actual sigue siendo indeterminable.
Son obligatorios los exámenes físicos regulares, y se requiere una corrección obligatoria programada dada la eficacia mínima del asesoramiento psicológico.
Objetos Apreciados y Favores de Camellya
Muñeca de madera
Una muñeca de madera intrincadamente tallada, con la semejanza de {PlayerName} y hecha a partir de las raíces creadas por el Forte de Camellya. Refleja su estética única.
Antes de su encuentro en Jinzhou, Camellya había hecho innumerables intentos de esculpir el rostro de la muñeca, cada uno frustrante, ya que nunca lograba perfeccionar el último trazo. Ahora, tras tantos intentos fallidos y decepciones, su visión finalmente ha cobrado vida.
Al contemplar su creación, no puede evitar soltar una risita.
«Así que, esto es lo que debía ser», pensó.
«Jeje, tan adorable como lo imaginaba».
Brazalete espectral
Un brazalete de monitoreo de espectro de frecuencias diseñado por Costa Negra, creado a insistencia firme de Camellya.
Su diseño se asemeja a un regalo preciado de una era pasada, y cuenta con características de seguimiento que permiten mantener la ubicación y la seguridad del portador a distancia.
Camellya entiende que ya no es la Señorita Flora de antaño, ni desea serlo. Los días de seguir a {PlayerName} han terminado, ¿y qué? Ambos harán lo que les haga felices.
Para ella, este es el único ancla en un mar infinito de sinsentido.
Una camelia
Una flor dedicada a una persona en particular.
Ya sea como líder, {Male=Modulador;Female=Moduladora}, o ahora como Errante, {Male=el héroe;Female=la heroína} de Jinzhou, {Male=un;Female=una} guía…
Camellya nunca se ha preocupado por su título ni por las responsabilidades que conlleva. Sin embargo, sabe que no puede, y de hecho no permitirá, que su perspectiva de vida influya en su juicio.
Así que deja que esta flor eterna transmita sus sentimientos donde las meras palabras pueden quedarse cortas.
«Florece solo para ti, por siempre y para siempre».
Historia de Camellya
A los días por venir
Despertó de su sueño.
El sol despuntaba en el horizonte, bañando Costa Negra con un cálido resplandor. Otro amanecer, otro día cualquiera. Camellya abrió los ojos y se estiró cómodamente en lo alto de las copas de los árboles. Sus movimientos eran gráciles, y una caída parecía imposible. Incluso si resbalara, las enredaderas la amortiguarían. Dormir así, lejos de perturbaciones y personas, le encantaba.
«Qué hermosa mañana», pensó. Se sentía en paz, tanto en mente como en cuerpo, y la necesidad de la cápsula médica parecía un recuerdo lejano. Era algo positivo.
Sabía que {PlayerName} debía quedarse en Costa Negra para prepararse para su viaje a Rinascita. La idea la emocionaba, ya que implicaba más tiempo para charlar, reír y disfrutar {Male=juntos;Female=juntas}.
Le entregó a {PlayerName} un brazalete, diseñado para monitorear frecuencias, idéntico al que le había dado antes.
Era el primer obsequio que había preparado para alguien.
«¡Qué curioso!», pensó. Preocuparse por la seguridad de alguien, o incluso por su existencia... ¡era una sensación completamente nueva! Sin duda, significaba que le importaba su vida. Tales pensamientos le resultaban extraños: jamás le había importado su propia vida, ni la de los demás. Pero, tras salir de la Matriz Estelar con {PlayerName} y descubrir su identidad como Señorita Flora, había comenzado a ver las cosas de un modo sutilmente distinto.
Aun así, no tenía intención de seguir a {PlayerName} a Rinascita. Sus puntos de vista sobre ciertos aspectos de la historia de Solaris diferían, y así como no pensaba entrometerse en sus decisiones, tampoco sentía la necesidad de explicar las suyas. De hecho, además de querer liberarle de una carga innecesaria, había ocultado algunas verdades. En la Matriz Estelar, no había perdido por completo todos los recuerdos de su pasado.
Sí, su pasado... Camellya entrecerró los ojos, un suave murmullo escapó de sus labios mientras meditaba sobre su siguiente paso. Quería investigar por su cuenta, esperando el momento oportuno para compartir lo que sabía con {PlayerName}. Su confianza en la organización construida en esta costa era escasa, y aún menor en el Sistema Tetis. Aparte de {PlayerName}, no confiaba en nadie más.
En el pasado, como Señorita Flora, había evitado involucrarse, reacia a ver a {PlayerName} sacrificarse por el bien común. Pero su perspectiva había cambiado. Apenas se reconocía en la Señorita Flora que fue.
Había seguido los viajes de {PlayerName} desde Jinzhou hasta aquí. Una fuerza singular, siempre avanzando, reuniendo a una diversa variedad de compañeros en el camino.
Entendía que este aún no era su camino, pero ya no se resistía a observarlo. Así como una piedra encuentra a otra, enviando ondas a través del agua, ahora aceptaba ser una "variable" en esa danza. La conexión que compartían le brindaba una alegría profunda, muy distinta a la monotonía de otros días. Ya no sentía la necesidad de desterrar esos pensamientos; en lugar de ello, su mente se dirigía hacia {Male=él;Female=ella} con frecuencia, deseando saber más de sus aventuras y compartir momentos encantadores. Fue entonces cuando Camellya se dio cuenta de que esos pensamientos ya habían dejado cicatrices dulcemente dolorosas en su alma, mucho antes de que ella se percatara.
Sintiéndose de repente inspirada, activó su Terminal y escribió un breve mensaje para {PlayerName}, programado para enviarse justo antes de su partida. El brazalete le permitiría revisar el mensaje en cualquier momento, así que no había razón para preocuparse. Aunque Solaris era inmenso, confiaba en que, siendo parte de la misma historia, sus caminos volverían a cruzarse.
Y en ese momento, cuando {PlayerName} menos lo esperara... ¡lo sorprendería!
Imaginando ese encantador instante, una suave melodía escapó de sus labios. Las enredaderas se enroscaban alrededor de sus brazos, trepando, mientras pequeños brotes florecían en sus puntas.
De repente, un pensamiento la sorprendió.
«Le daré una flor.»
La idea echó raíces en su mente y pronto la consumió por completo. Tenía que encontrar a {PlayerName}, ¡ahora! La flor, nacida de su propio ser, no se marchitaría ni decaería a menos que ella misma pereciera. Ese entusiasmo la sorprendió, y en medio de la emoción, sintió un destello de tristeza. Un dolor sordo interrumpió sus pensamientos mientras reflexionaba sobre ello.
Con un suspiro, decidió no insistir demasiado. Porque… ¡Sí! Una sonrisa iluminó sus labios al resolver que mantendría esa flor viva para {PlayerName}. Haría todo lo posible por no morir demasiado pronto.
Con una mezcla de alegría y determinación, Camellya saltó desde las copas de los árboles, dirigiéndose con ligereza hacia {PlayerName}, su preciada semilla del destino.
El sol despuntaba en el horizonte, bañando Costa Negra con un cálido resplandor. Otro amanecer, otro día cualquiera. Camellya abrió los ojos y se estiró cómodamente en lo alto de las copas de los árboles. Sus movimientos eran gráciles, y una caída parecía imposible. Incluso si resbalara, las enredaderas la amortiguarían. Dormir así, lejos de perturbaciones y personas, le encantaba.
«Qué hermosa mañana», pensó. Se sentía en paz, tanto en mente como en cuerpo, y la necesidad de la cápsula médica parecía un recuerdo lejano. Era algo positivo.
Sabía que {PlayerName} debía quedarse en Costa Negra para prepararse para su viaje a Rinascita. La idea la emocionaba, ya que implicaba más tiempo para charlar, reír y disfrutar {Male=juntos;Female=juntas}.
Le entregó a {PlayerName} un brazalete, diseñado para monitorear frecuencias, idéntico al que le había dado antes.
Era el primer obsequio que había preparado para alguien.
«¡Qué curioso!», pensó. Preocuparse por la seguridad de alguien, o incluso por su existencia... ¡era una sensación completamente nueva! Sin duda, significaba que le importaba su vida. Tales pensamientos le resultaban extraños: jamás le había importado su propia vida, ni la de los demás. Pero, tras salir de la Matriz Estelar con {PlayerName} y descubrir su identidad como Señorita Flora, había comenzado a ver las cosas de un modo sutilmente distinto.
Aun así, no tenía intención de seguir a {PlayerName} a Rinascita. Sus puntos de vista sobre ciertos aspectos de la historia de Solaris diferían, y así como no pensaba entrometerse en sus decisiones, tampoco sentía la necesidad de explicar las suyas. De hecho, además de querer liberarle de una carga innecesaria, había ocultado algunas verdades. En la Matriz Estelar, no había perdido por completo todos los recuerdos de su pasado.
Sí, su pasado... Camellya entrecerró los ojos, un suave murmullo escapó de sus labios mientras meditaba sobre su siguiente paso. Quería investigar por su cuenta, esperando el momento oportuno para compartir lo que sabía con {PlayerName}. Su confianza en la organización construida en esta costa era escasa, y aún menor en el Sistema Tetis. Aparte de {PlayerName}, no confiaba en nadie más.
En el pasado, como Señorita Flora, había evitado involucrarse, reacia a ver a {PlayerName} sacrificarse por el bien común. Pero su perspectiva había cambiado. Apenas se reconocía en la Señorita Flora que fue.
Había seguido los viajes de {PlayerName} desde Jinzhou hasta aquí. Una fuerza singular, siempre avanzando, reuniendo a una diversa variedad de compañeros en el camino.
Entendía que este aún no era su camino, pero ya no se resistía a observarlo. Así como una piedra encuentra a otra, enviando ondas a través del agua, ahora aceptaba ser una "variable" en esa danza. La conexión que compartían le brindaba una alegría profunda, muy distinta a la monotonía de otros días. Ya no sentía la necesidad de desterrar esos pensamientos; en lugar de ello, su mente se dirigía hacia {Male=él;Female=ella} con frecuencia, deseando saber más de sus aventuras y compartir momentos encantadores. Fue entonces cuando Camellya se dio cuenta de que esos pensamientos ya habían dejado cicatrices dulcemente dolorosas en su alma, mucho antes de que ella se percatara.
Sintiéndose de repente inspirada, activó su Terminal y escribió un breve mensaje para {PlayerName}, programado para enviarse justo antes de su partida. El brazalete le permitiría revisar el mensaje en cualquier momento, así que no había razón para preocuparse. Aunque Solaris era inmenso, confiaba en que, siendo parte de la misma historia, sus caminos volverían a cruzarse.
Y en ese momento, cuando {PlayerName} menos lo esperara... ¡lo sorprendería!
Imaginando ese encantador instante, una suave melodía escapó de sus labios. Las enredaderas se enroscaban alrededor de sus brazos, trepando, mientras pequeños brotes florecían en sus puntas.
De repente, un pensamiento la sorprendió.
«Le daré una flor.»
La idea echó raíces en su mente y pronto la consumió por completo. Tenía que encontrar a {PlayerName}, ¡ahora! La flor, nacida de su propio ser, no se marchitaría ni decaería a menos que ella misma pereciera. Ese entusiasmo la sorprendió, y en medio de la emoción, sintió un destello de tristeza. Un dolor sordo interrumpió sus pensamientos mientras reflexionaba sobre ello.
Con un suspiro, decidió no insistir demasiado. Porque… ¡Sí! Una sonrisa iluminó sus labios al resolver que mantendría esa flor viva para {PlayerName}. Haría todo lo posible por no morir demasiado pronto.
Con una mezcla de alegría y determinación, Camellya saltó desde las copas de los árboles, dirigiéndose con ligereza hacia {PlayerName}, su preciada semilla del destino.
Laberinto
Despertó de su sueño.
Las paredes de la cápsula médica se sumergieron en la oscuridad. Envueltas en un pesado silencio por la amortiguación del sonido, Camellya parpadeó y giró su mirada seca hacia la derecha. Los indicadores de la pantalla de la Terminal habían vuelto a la normalidad. Las ataduras alrededor de sus muñecas y tobillos se habían aflojado, pero la debilidad aún la mantenía postrada en los estrechos confines de la cápsula.
Trató de recordar lo sucedido. Forzó una compostura precaria, intentando reconstruir los eventos, pero sus recuerdos rotos parecían un agujero negro sin fondo: cuanto más miraba, más profunda era la oscuridad. Una vez más, sus recuerdos se habían fracturado.
Llevaba apenas un año en Costa Negra, y Camellya había superado recientemente la prueba para convertirse en una Portadora de Flor oficial. Ahora tenía acceso a una mayor cantidad de información en los archivos del Sistema Tetis.
Antes de llegar allí, había vagado por Solaris durante mucho tiempo.
La cueva donde despertó por primera vez no mostraba indicios de otras personas, solo plantas retorcidas que trepaban por las paredes. Descalza, Camellya cruzó el agua hasta que salió al exterior, donde descubrió un pueblo desolado. Su pie tropezó con algo: una losa de piedra con una inscripción desvaída, «Aldea Petaloscaídos».
Le tomó mucho tiempo escapar de aquel lugar abandonado. Cuando el hambre la atacaba, cazaba bestias salvajes. Cuando la sed la superaba, bebía de los manantiales de la montaña. Le llevó meses cruzar los densos bosques hasta finalmente llegar a un sitio habitado. Solo más tarde comprendió que la aldea probablemente había sido olvidada durante siglos.
Incluso tras regresar a la civilización, los recuerdos de Camellya seguían en blanco, sin que el nuevo entorno los avivara. Se sentía como un animal salvaje, viviendo por instinto. Las reglas y normas del mundo humano le eran ajenas, pero no le molestaba: usar su Forte le bastaba. Para ella, el poder era un arma natural que manejaba libremente, abriéndose paso por una tierra marcada por el Lamento.
Al principio, todo en Solaris la fascinaba. Sin embargo, a medida que aprendía más, el aburrimiento se fue instalando rápidamente. Llegar a Costa Negra había sido un accidente, pero Camellya sentía una extraña familiaridad con el lugar. Un año después, encontró su nombre en el Sistema Tetis y descubrió que había vivido y trabajado allí, conocida como Señorita Flora. Era curioso cómo había olvidado todo, excepto el nombre "Camellya".
Impulsada por la curiosidad, empezó a investigar Costa Negra, ansiosa por descubrir su pasado y las historias de Señorita Flora. ¿Qué le había sucedido realmente?
Cuando esos pensamientos surgieron, un dolor agudo perforó su cabeza nuevamente, y la flor en su pecho se hinchó, oscureciéndose a un púrpura profundo. Las espinas afiladas de sus venas amenazaban con desgarrar el módulo médico. Fragmentos de recuerdos parpadearon en su mente: ah, Señorita Flora le había prohibido recordar el pasado. Camellya soltó un grito ahogado de dolor mientras las restricciones se apretaban de nuevo alrededor de sus extremidades y una fuerte alarma sonaba. El personal médico llegaría pronto.
Sin embargo, sabía que poco podían hacer. Ya la habían examinado cuidadosamente, concluyendo que sus síntomas de Sobrecarga eran únicos e intratables, manejables solo mediante restricciones. La muerte podría ofrecer alivio, pero en su estado actual, ni siquiera podía permitirse morir.
Todo lo que podía hacer era esperar, anhelando la gracia de la muerte. Esa pasividad irritaba su espíritu. Si no podía decidir el resultado, al menos quería controlar el proceso.
«Seguiré mis instintos hasta que la muerte me encuentre.»
«¡Duele!» pensó.
A pesar de su agonía, Camellya soltó una risa burlona.
Las paredes de la cápsula médica se sumergieron en la oscuridad. Envueltas en un pesado silencio por la amortiguación del sonido, Camellya parpadeó y giró su mirada seca hacia la derecha. Los indicadores de la pantalla de la Terminal habían vuelto a la normalidad. Las ataduras alrededor de sus muñecas y tobillos se habían aflojado, pero la debilidad aún la mantenía postrada en los estrechos confines de la cápsula.
Trató de recordar lo sucedido. Forzó una compostura precaria, intentando reconstruir los eventos, pero sus recuerdos rotos parecían un agujero negro sin fondo: cuanto más miraba, más profunda era la oscuridad. Una vez más, sus recuerdos se habían fracturado.
Llevaba apenas un año en Costa Negra, y Camellya había superado recientemente la prueba para convertirse en una Portadora de Flor oficial. Ahora tenía acceso a una mayor cantidad de información en los archivos del Sistema Tetis.
Antes de llegar allí, había vagado por Solaris durante mucho tiempo.
La cueva donde despertó por primera vez no mostraba indicios de otras personas, solo plantas retorcidas que trepaban por las paredes. Descalza, Camellya cruzó el agua hasta que salió al exterior, donde descubrió un pueblo desolado. Su pie tropezó con algo: una losa de piedra con una inscripción desvaída, «Aldea Petaloscaídos».
Le tomó mucho tiempo escapar de aquel lugar abandonado. Cuando el hambre la atacaba, cazaba bestias salvajes. Cuando la sed la superaba, bebía de los manantiales de la montaña. Le llevó meses cruzar los densos bosques hasta finalmente llegar a un sitio habitado. Solo más tarde comprendió que la aldea probablemente había sido olvidada durante siglos.
Incluso tras regresar a la civilización, los recuerdos de Camellya seguían en blanco, sin que el nuevo entorno los avivara. Se sentía como un animal salvaje, viviendo por instinto. Las reglas y normas del mundo humano le eran ajenas, pero no le molestaba: usar su Forte le bastaba. Para ella, el poder era un arma natural que manejaba libremente, abriéndose paso por una tierra marcada por el Lamento.
Al principio, todo en Solaris la fascinaba. Sin embargo, a medida que aprendía más, el aburrimiento se fue instalando rápidamente. Llegar a Costa Negra había sido un accidente, pero Camellya sentía una extraña familiaridad con el lugar. Un año después, encontró su nombre en el Sistema Tetis y descubrió que había vivido y trabajado allí, conocida como Señorita Flora. Era curioso cómo había olvidado todo, excepto el nombre "Camellya".
Impulsada por la curiosidad, empezó a investigar Costa Negra, ansiosa por descubrir su pasado y las historias de Señorita Flora. ¿Qué le había sucedido realmente?
Cuando esos pensamientos surgieron, un dolor agudo perforó su cabeza nuevamente, y la flor en su pecho se hinchó, oscureciéndose a un púrpura profundo. Las espinas afiladas de sus venas amenazaban con desgarrar el módulo médico. Fragmentos de recuerdos parpadearon en su mente: ah, Señorita Flora le había prohibido recordar el pasado. Camellya soltó un grito ahogado de dolor mientras las restricciones se apretaban de nuevo alrededor de sus extremidades y una fuerte alarma sonaba. El personal médico llegaría pronto.
Sin embargo, sabía que poco podían hacer. Ya la habían examinado cuidadosamente, concluyendo que sus síntomas de Sobrecarga eran únicos e intratables, manejables solo mediante restricciones. La muerte podría ofrecer alivio, pero en su estado actual, ni siquiera podía permitirse morir.
Todo lo que podía hacer era esperar, anhelando la gracia de la muerte. Esa pasividad irritaba su espíritu. Si no podía decidir el resultado, al menos quería controlar el proceso.
«Seguiré mis instintos hasta que la muerte me encuentre.»
«¡Duele!» pensó.
A pesar de su agonía, Camellya soltó una risa burlona.
Un instante fugaz
Despertó de su sueño.
Señorita Flora abrió los ojos, sintiendo el aire frío rozar sus dedos, haciendo que sus manos y pies se entumecieran ligeramente. Se demoró un momento en su asiento, incorporándose lentamente para observar su entorno.
El vehículo se había detenido en una cueva, un refugio de la tormenta de nieve exterior, donde una interminable extensión plateada de nieve se extendía ante ella. Flores de escarcha flotaban suavemente desde el cielo, aterrizando delicadamente en la punta de su nariz. Temblando, se acurrucó más en su gruesa ropa.
No era el tipo de planta que podía soportar el frío.
«¿Dónde está {Male=el;Female=la} líder?» preguntó después de beber unos sorbos de agua, volviéndose hacia el Portador de Flor en el asiento delantero. «No {Male=lo;Female=la} vi».
«¿{Male=El;Female=La} líder? Se fue hacia el oeste. Dijo que había aparecido algo interesante y quería echar un vistazo».
«¿Por qué no me llevó? ¡Soy su guardiana, después de todo!» se quejó en voz baja.
Su compañero Portador de Flor se rió mientras conducía, apenas desviando la mirada de la sopa humeante. «¡Estabas dormida! No has estado durmiendo bien en el viaje, siempre temblando de frío. No quería despertarte mientras finalmente descansabas».
Murmurando en voz baja, Señorita Flora hizo un puchero y abrió la puerta de golpe. «¡De todos modos, voy a buscarlo ahora!»
El Portador de Flor la despidió con la mano, claramente acostumbrado a la dinámica entre Señorita Flora y su líder.
Dejando la calidez del vehículo, Señorita Flora arrastró los pies a través de la extensión nevada, recuerdos de su primer encuentro en la Aldea Petaloscaídos inundando su mente. Sabía que vendrían a esta llanura nevada para la misión, y a pesar de su aversión al frío, sabía que el tiempo pasado con {Male=el;Female=la} líder de Costa Negra valdría la pena. La mayoría del tiempo, optaba por acompañar a {PlayerName} en varias tareas, dejando sus huellas a través del tapiz de Solaris, desde bulliciosas ciudades hasta recovecos desconocidos, refugios seguros hasta tierras traicioneras. Señorita Flora disfrutaba de esta existencia, llena de la emoción de lo desconocido, y {PlayerName} tenía un talento peculiar para transformar lo ordinario en algo extraordinario.
No le importaba la amenaza del peligro. De hecho, más bien lo disfrutaba. Para ella, el peligro significaba cambio, y el cambio conducía a la emoción. Sin embargo, descubrió que con su líder a su lado, reprimía su impulso de buscar problemas por diversión.
Peligro...
Camellya levantó la mano, la delicada cadena en su muñeca captando la luz. La pulsera que monitoreaba sus indicadores de Rabelle leía como normal. Apretó su muñeca y exhaló suavemente. «Bien, todo está como debe ser.» pensó. «Si empiezo a descontrolarme, tendría que cuidarme. Eso descarrilaría toda la misión.»
Odiaba perder el control.
En los últimos años, Señorita Flora había sido acosada por sueños extraños y fragmentados. Se sentían como recuerdos de una vida que nunca había vivido. En estos sueños, siempre estaba buscando a {PlayerName}, pero {Male=los;Female=las} dos nunca se encontraban. Cada vez que despertaba sobresaltada, una inquietud se apoderaba de ella, el tumulto mental se filtraba en su propio ser. A menudo se veía obligada a presentarse en la instalación médica de Costa Negra.
El pensamiento le agrió el humor.
Necesitaba encontrar{Male=lo;Female=la} lo más rápido posible.
Dejando de lado esos pensamientos enredados, se concentró en localizar las frecuencias de {PlayerName}. Después de cruzar dos colinas y un lago congelado, finalmente avistó una figura borrosa en la distancia.
«Camellya, ¿cómo dormiste?»
Sus ojos dorados brillaban con calidez, y no pudo evitar sonreír de vuelta.
«Jeje... Con mi líder a mi lado, por supuesto que tuve los sueños más dulces».
Señorita Flora abrió los ojos, sintiendo el aire frío rozar sus dedos, haciendo que sus manos y pies se entumecieran ligeramente. Se demoró un momento en su asiento, incorporándose lentamente para observar su entorno.
El vehículo se había detenido en una cueva, un refugio de la tormenta de nieve exterior, donde una interminable extensión plateada de nieve se extendía ante ella. Flores de escarcha flotaban suavemente desde el cielo, aterrizando delicadamente en la punta de su nariz. Temblando, se acurrucó más en su gruesa ropa.
No era el tipo de planta que podía soportar el frío.
«¿Dónde está {Male=el;Female=la} líder?» preguntó después de beber unos sorbos de agua, volviéndose hacia el Portador de Flor en el asiento delantero. «No {Male=lo;Female=la} vi».
«¿{Male=El;Female=La} líder? Se fue hacia el oeste. Dijo que había aparecido algo interesante y quería echar un vistazo».
«¿Por qué no me llevó? ¡Soy su guardiana, después de todo!» se quejó en voz baja.
Su compañero Portador de Flor se rió mientras conducía, apenas desviando la mirada de la sopa humeante. «¡Estabas dormida! No has estado durmiendo bien en el viaje, siempre temblando de frío. No quería despertarte mientras finalmente descansabas».
Murmurando en voz baja, Señorita Flora hizo un puchero y abrió la puerta de golpe. «¡De todos modos, voy a buscarlo ahora!»
El Portador de Flor la despidió con la mano, claramente acostumbrado a la dinámica entre Señorita Flora y su líder.
Dejando la calidez del vehículo, Señorita Flora arrastró los pies a través de la extensión nevada, recuerdos de su primer encuentro en la Aldea Petaloscaídos inundando su mente. Sabía que vendrían a esta llanura nevada para la misión, y a pesar de su aversión al frío, sabía que el tiempo pasado con {Male=el;Female=la} líder de Costa Negra valdría la pena. La mayoría del tiempo, optaba por acompañar a {PlayerName} en varias tareas, dejando sus huellas a través del tapiz de Solaris, desde bulliciosas ciudades hasta recovecos desconocidos, refugios seguros hasta tierras traicioneras. Señorita Flora disfrutaba de esta existencia, llena de la emoción de lo desconocido, y {PlayerName} tenía un talento peculiar para transformar lo ordinario en algo extraordinario.
No le importaba la amenaza del peligro. De hecho, más bien lo disfrutaba. Para ella, el peligro significaba cambio, y el cambio conducía a la emoción. Sin embargo, descubrió que con su líder a su lado, reprimía su impulso de buscar problemas por diversión.
Peligro...
Camellya levantó la mano, la delicada cadena en su muñeca captando la luz. La pulsera que monitoreaba sus indicadores de Rabelle leía como normal. Apretó su muñeca y exhaló suavemente. «Bien, todo está como debe ser.» pensó. «Si empiezo a descontrolarme, tendría que cuidarme. Eso descarrilaría toda la misión.»
Odiaba perder el control.
En los últimos años, Señorita Flora había sido acosada por sueños extraños y fragmentados. Se sentían como recuerdos de una vida que nunca había vivido. En estos sueños, siempre estaba buscando a {PlayerName}, pero {Male=los;Female=las} dos nunca se encontraban. Cada vez que despertaba sobresaltada, una inquietud se apoderaba de ella, el tumulto mental se filtraba en su propio ser. A menudo se veía obligada a presentarse en la instalación médica de Costa Negra.
El pensamiento le agrió el humor.
Necesitaba encontrar{Male=lo;Female=la} lo más rápido posible.
Dejando de lado esos pensamientos enredados, se concentró en localizar las frecuencias de {PlayerName}. Después de cruzar dos colinas y un lago congelado, finalmente avistó una figura borrosa en la distancia.
«Camellya, ¿cómo dormiste?»
Sus ojos dorados brillaban con calidez, y no pudo evitar sonreír de vuelta.
«Jeje... Con mi líder a mi lado, por supuesto que tuve los sueños más dulces».
Víspera
Despertó de su sueño.
El intervalo entre la inconsciencia y la conciencia se acortaba cada día. A la Señorita Flora le costaba distinguir dónde terminaban sus sueños y comenzaba la realidad. Ni siquiera podía recordar cuándo había comenzado esta desorientación.
Los recuerdos surgían como olas turbulentas, estrellándose en su mente y causando estragos en sus sentidos. Un dolor desgarrador recorría su cuerpo, implacable y despiadado. Abrió la boca para gritar, pero el overclock había convertido su garganta en una raíz retorcida y áspera, silenciando sus lamentos.
Tras luchar por dar unos pasos vacilantes, se desplomó en la orilla embarrada de un río, temblando, con las yemas de los dedos espasmódicas e incontrolables.
¿Cuántas veces había ocurrido esto? Miró fijamente el oscuro cielo nocturno.
Un vacío de caos giraba en su interior, pero había algo que destacaba con claridad: {PlayerName}.
Ahora lo recordaba todo.
¿Quién era ella? ¿Quién era {PlayerName}? ¿Cuál era la razón de su existencia, de Solaris y del Lamento...?
Antes de que la locura del overclock la envolviera, esos recuerdos siempre estaban enterrados profundamente, encerrados en lo más hondo de su ser. Cada vez que despertaba, perdía toda memoria, quedando solo con un vacío doloroso. Con el tiempo, su cuerpo debilitándose bajo la presión del overclock, vislumbres de su misión y raíces resurgían, solo para desvanecerse nuevamente en un ciclo interminable.
¿Cuántas veces había sucedido? La Señorita Flora no tenía respuesta.
Las civilizaciones se desmoronaban en polvo, solo para resurgir; la vida se desvanecía, solo para florecer de nuevo.
Era testigo del flujo y reflujo de Solaris, pero seguía siendo una vagabunda en su propia mente.
«{PlayerName}...». El nombre se deslizó de sus labios como una plegaria.
Nunca se habían conocido realmente ni intercambiado palabras, y ahora, con sus recuerdos desvaneciéndose, no podía siquiera saber si eran amigos o enemigos. Sin embargo, de algún modo, sabía que cuando despertara de nuevo, sus instintos la guiarían a buscar{Male=lo;Female=la}. No era un anhelo tierno. Se sentía más como el peso de una cadena pesada, una que Señorita Flora no podía resistir.
Sin embargo, no sentía odio por esa cadena.
El susurro de las hojas rompió su ensoñación. Con cansancio, parpadeó, y la camelia roja se desplegó, sus vides atravesando las Disonancias Tácitas que acechaban en las sombras. Sí, ese era su instinto, su esencia, el núcleo de su ser... Incluso al borde de olvidarlo todo, siempre podía confiar en sus instintos.
En verdad, más allá de ellos, no le quedaba nada a lo que aferrarse.
«La próxima vez, si tan solo pudiera conocer realmente a {PlayerName} y compartir una conversación con {Male=él;Female=ella}».
Señorita Flora reflexionó vagamente. Tal vez el Sistema Tetis guiaría a {PlayerName} hacia ella, ya que ya se había revelado en esta misión.
Señorita Flora cerró los ojos y se entregó a la oscuridad cuando el dolor alcanzó su punto máximo.
El agua fresca del lago se extendió por su mejilla, mientras la camelia se marchitaba y sus vides se retiraban en su cuerpo.
La brisa nocturna de otoño soplaba entre las hojas, acariciándola mientras yacía junto al lago. Al norte, los aldeanos de Petaloscaídos pronto despertarían de sus sueños, llamándose unos a otros para comenzar un nuevo día de pesca.
El intervalo entre la inconsciencia y la conciencia se acortaba cada día. A la Señorita Flora le costaba distinguir dónde terminaban sus sueños y comenzaba la realidad. Ni siquiera podía recordar cuándo había comenzado esta desorientación.
Los recuerdos surgían como olas turbulentas, estrellándose en su mente y causando estragos en sus sentidos. Un dolor desgarrador recorría su cuerpo, implacable y despiadado. Abrió la boca para gritar, pero el overclock había convertido su garganta en una raíz retorcida y áspera, silenciando sus lamentos.
Tras luchar por dar unos pasos vacilantes, se desplomó en la orilla embarrada de un río, temblando, con las yemas de los dedos espasmódicas e incontrolables.
¿Cuántas veces había ocurrido esto? Miró fijamente el oscuro cielo nocturno.
Un vacío de caos giraba en su interior, pero había algo que destacaba con claridad: {PlayerName}.
Ahora lo recordaba todo.
¿Quién era ella? ¿Quién era {PlayerName}? ¿Cuál era la razón de su existencia, de Solaris y del Lamento...?
Antes de que la locura del overclock la envolviera, esos recuerdos siempre estaban enterrados profundamente, encerrados en lo más hondo de su ser. Cada vez que despertaba, perdía toda memoria, quedando solo con un vacío doloroso. Con el tiempo, su cuerpo debilitándose bajo la presión del overclock, vislumbres de su misión y raíces resurgían, solo para desvanecerse nuevamente en un ciclo interminable.
¿Cuántas veces había sucedido? La Señorita Flora no tenía respuesta.
Las civilizaciones se desmoronaban en polvo, solo para resurgir; la vida se desvanecía, solo para florecer de nuevo.
Era testigo del flujo y reflujo de Solaris, pero seguía siendo una vagabunda en su propia mente.
«{PlayerName}...». El nombre se deslizó de sus labios como una plegaria.
Nunca se habían conocido realmente ni intercambiado palabras, y ahora, con sus recuerdos desvaneciéndose, no podía siquiera saber si eran amigos o enemigos. Sin embargo, de algún modo, sabía que cuando despertara de nuevo, sus instintos la guiarían a buscar{Male=lo;Female=la}. No era un anhelo tierno. Se sentía más como el peso de una cadena pesada, una que Señorita Flora no podía resistir.
Sin embargo, no sentía odio por esa cadena.
El susurro de las hojas rompió su ensoñación. Con cansancio, parpadeó, y la camelia roja se desplegó, sus vides atravesando las Disonancias Tácitas que acechaban en las sombras. Sí, ese era su instinto, su esencia, el núcleo de su ser... Incluso al borde de olvidarlo todo, siempre podía confiar en sus instintos.
En verdad, más allá de ellos, no le quedaba nada a lo que aferrarse.
«La próxima vez, si tan solo pudiera conocer realmente a {PlayerName} y compartir una conversación con {Male=él;Female=ella}».
Señorita Flora reflexionó vagamente. Tal vez el Sistema Tetis guiaría a {PlayerName} hacia ella, ya que ya se había revelado en esta misión.
Señorita Flora cerró los ojos y se entregó a la oscuridad cuando el dolor alcanzó su punto máximo.
El agua fresca del lago se extendió por su mejilla, mientras la camelia se marchitaba y sus vides se retiraban en su cuerpo.
La brisa nocturna de otoño soplaba entre las hojas, acariciándola mientras yacía junto al lago. Al norte, los aldeanos de Petaloscaídos pronto despertarían de sus sueños, llamándose unos a otros para comenzar un nuevo día de pesca.
Érase una vez
Despertó de su sueño.
El viento aullaba ferozmente en el borde del tejado mientras se estiraba, entrecerrando los ojos hacia las animadas calles de abajo. Los vehículos cruzaban las carreteras, sus luces traseras formando una vibrante cadena de fuego. Apoyando la barbilla en su mano, comenzó a tararear.
Era una canción que había aprendido de {PlayerName}.
Por supuesto, no la había escuchado directamente de {PlayerName}; la había aprendido en secreto.
Puede que no fueran enemigos, pero su relación distaba de ser amistosa; en el mejor de los casos, era un conocimiento unilateral. La presencia de {PlayerName} había llamado la atención de varias facciones, incluida su propia organización. Sin embargo, eso apenas le preocupaba, ni era algo en lo que pudiera permitirse pensar.
Era simplemente una semilla elegida, una flor destinada a perseguir a {PlayerName}. La mayoría de los días, las inyecciones la dejaban en una niebla, flotando en un estado de semi-consciencia, con su anhelo instintivo por cierta persona grabado en lo más profundo de su corazón.
La sustancia que le administraban tenía un olor penetrante y acre, arrastrando su razón a un lodazal, robándole la claridad y su esencia.
Sus pensamientos giraban caóticamente, como una bomba a punto de detonar, reiniciándose justo antes de que expirara la cuenta atrás.
Pero no le importaba.
Fuera de {PlayerName}, poco más despertaba su interés. A veces, se sentía como una mera silueta en un lienzo en blanco, el contorno de un desconocido. El retrato se había formado a partir de fragmentos de información que había recopilado meticulosamente; estaban tan cerca, pero nunca se habían conocido realmente. No sabía cómo era físicamente.
Se decía que esta distancia era necesaria para evadir el rastreo del Sistema Tetis. El contacto estaba prohibido.
¡Pero cuánto deseaba conocer a {PlayerName}!
Peligrosamente encaramada en el borde del edificio, se rió de la fantasía. Enredaderas se entrelazaban alrededor de sus brazos, trepando más alto, mientras delicados brotes se desenrollaban lentamente en las puntas.
De repente, se le ocurrió un pensamiento:
«Le daré una flor».
En el instante en que surgió, la consumió por completo. Imaginaba el momento en que encontraría a {PlayerName} y le presentaría este regalo: una flor brotada de su propio ser. No se marchitaría ni decaería a menos que ella pereciera. Pero, tan rápido como vino, el pensamiento se desvaneció en el caos de su mente, sin dejar rastro alguno.
Lo que ella no sabía era que, siglos más tarde, la escena ante ella desaparecería en el Lamento. Deambularía sin fin por un laberinto de recuerdos hasta una mañana de otoño, junto a un lago en la Aldea Petaloscaídos, donde finalmente conocería a {PlayerName}, quien vendría a rescatar la aldea de los ataques de las Disonancias Tácitas. A partir de ahí, se uniría a la Costa Negra y compartirían cien años juntos antes de que {Male=él;Female=ella} eventualmente se marchara. También dejaría la Costa Negra, solo para reunirse décadas después en Jinzhou. Todos esos futuros aún estaban por desarrollarse, al igual que las posibilidades dormían en las semillas, esperando que el destino floreciera.
Saltó del edificio, con sus enredaderas tejiéndose a través de las estructuras de la ciudad, buscando a {PlayerName}.
El viento aullaba ferozmente en el borde del tejado mientras se estiraba, entrecerrando los ojos hacia las animadas calles de abajo. Los vehículos cruzaban las carreteras, sus luces traseras formando una vibrante cadena de fuego. Apoyando la barbilla en su mano, comenzó a tararear.
Era una canción que había aprendido de {PlayerName}.
Por supuesto, no la había escuchado directamente de {PlayerName}; la había aprendido en secreto.
Puede que no fueran enemigos, pero su relación distaba de ser amistosa; en el mejor de los casos, era un conocimiento unilateral. La presencia de {PlayerName} había llamado la atención de varias facciones, incluida su propia organización. Sin embargo, eso apenas le preocupaba, ni era algo en lo que pudiera permitirse pensar.
Era simplemente una semilla elegida, una flor destinada a perseguir a {PlayerName}. La mayoría de los días, las inyecciones la dejaban en una niebla, flotando en un estado de semi-consciencia, con su anhelo instintivo por cierta persona grabado en lo más profundo de su corazón.
La sustancia que le administraban tenía un olor penetrante y acre, arrastrando su razón a un lodazal, robándole la claridad y su esencia.
Sus pensamientos giraban caóticamente, como una bomba a punto de detonar, reiniciándose justo antes de que expirara la cuenta atrás.
Pero no le importaba.
Fuera de {PlayerName}, poco más despertaba su interés. A veces, se sentía como una mera silueta en un lienzo en blanco, el contorno de un desconocido. El retrato se había formado a partir de fragmentos de información que había recopilado meticulosamente; estaban tan cerca, pero nunca se habían conocido realmente. No sabía cómo era físicamente.
Se decía que esta distancia era necesaria para evadir el rastreo del Sistema Tetis. El contacto estaba prohibido.
¡Pero cuánto deseaba conocer a {PlayerName}!
Peligrosamente encaramada en el borde del edificio, se rió de la fantasía. Enredaderas se entrelazaban alrededor de sus brazos, trepando más alto, mientras delicados brotes se desenrollaban lentamente en las puntas.
De repente, se le ocurrió un pensamiento:
«Le daré una flor».
En el instante en que surgió, la consumió por completo. Imaginaba el momento en que encontraría a {PlayerName} y le presentaría este regalo: una flor brotada de su propio ser. No se marchitaría ni decaería a menos que ella pereciera. Pero, tan rápido como vino, el pensamiento se desvaneció en el caos de su mente, sin dejar rastro alguno.
Lo que ella no sabía era que, siglos más tarde, la escena ante ella desaparecería en el Lamento. Deambularía sin fin por un laberinto de recuerdos hasta una mañana de otoño, junto a un lago en la Aldea Petaloscaídos, donde finalmente conocería a {PlayerName}, quien vendría a rescatar la aldea de los ataques de las Disonancias Tácitas. A partir de ahí, se uniría a la Costa Negra y compartirían cien años juntos antes de que {Male=él;Female=ella} eventualmente se marchara. También dejaría la Costa Negra, solo para reunirse décadas después en Jinzhou. Todos esos futuros aún estaban por desarrollarse, al igual que las posibilidades dormían en las semillas, esperando que el destino floreciera.
Saltó del edificio, con sus enredaderas tejiéndose a través de las estructuras de la ciudad, buscando a {PlayerName}.
Líneas de Voz de Camellya
Pensamientos: I
Mi mente ha estado entumecida por la monotonía durante la última década. A veces, manejo trabajos emocionantes, pero la diversión se agota pronto, como las marcas de marea en la orilla. Sin embargo, tú... eres el único que me mantiene alerta. Así que, por supuesto, te prestaré atención.
Pensamientos: II
¿Mi postura? ¡Ja! No me uní a la Costa Negra para salvar el mundo; solo buscaba una forma de pasar el tiempo en esta isla. Justicia y verdad... los santos las predican y los pecadores las explotan para su propio beneficio. ¿Yo? No necesito nada ni quiero nada. Las palabras bonitas no tienen poder sobre mí.
Pensamientos: III
¿Por qué has... venido aquí? Te dije que no... ¡Cof cof! Que no me visitaras mientras estoy en la cápsula... Jeje, una chica linda como yo necesita su privacidad, ¿sabes?... Me odio así... No mires.
Pensamientos: IV
¿Sabes qué? Soñé contigo mientras estaba en la cápsula médica. En ese sueño... no llegué a conocerte. Tu nombre resonaba en mi cabeza mientras recorríamos los mismos lugares, pero nunca vi tu rostro... Qué extraño...
Pensamientos: V
¿Salvar el mundo? Me importa un comino. Esta jaula solo te consume y te ata con responsabilidades. Pero si crees que es lo correcto... ¡Adelante! Estás siendo fiel a ti mismo, y eso me gusta. Es hermoso que ambos encontremos alegría en nuestros propios caminos. Pero si alguna vez te cansas de ser el salvador, házmelo saber... ¿Qué haré yo? Jeje... ¡Es un secreto!
El pasatiempo de Camellya
Dormitar al sol en una cálida tarde es tan acogedor. Solo necesito encontrar un lugar tranquilo, dormir en el calor, acurrucado entre ramas y hojas...
El problema de Camellya
Trabajar para la Costa Negra ha sido un aburrimiento total. Intenté animarlo eligiendo los trabajos más difíciles, pero no sirvió de nada. No hay nadie interesante en Solaris ahora. ¡Estoy muriéndome de aburrimiento!
Comida favorita
Jugo de frutas. Fresco, natural y ácido. Esa dulzura suave perdura... ¿Quieres un poco?
Comida que no le gusta
No me gusta el alcohol. ¿Por qué? ...No lo sé. Simplemente me hace... sentir incómoda.
Ideales
Elige las mejores semillas y protégelas hasta que maduren. Luego viene la diversión: ¡tendré oponentes dignos para luchar! No me importa el resto. Todos moriremos algún día, así que mejor bailemos y disfrutemos mientras podamos. ¿Responsabilidad? ¿Ideales? Solo son mentiras que nos decimos para sentirnos mejor, un falso subidón.
Chat: I
Este brazalete fue un regalo tuyo. Recuerdo que está diseñado para monitorear mi frecuencia. Así, en caso de que esté en problemas, puedes encontrarme. Conveniente, ¿verdad? Sin embargo, lleva años roto...
Chat: II
Soy una habitual en la cápsula médica. Los médicos deben estar sorprendidos de que siga viva después de todos estos años. Las vendas son mi salvación; no puedo soportar el dolor sin ellas. Así he sobrevivido cada vez. No me mires así, no veo nada malo en ello. Estar al borde de la muerte me enseñó a ser fiel a mí misma. Traicionar la vida es peor que cualquier mentira. Aceptarte a ti mismo es clave para encontrar la verdadera felicidad.
Acerca de Encore
Encore… Ah, ¡esa chica que ama las historias! Espero que se convierta en una oponente fuerte en el futuro con la que pueda divertirme.
Acerca de Guardacostas
Siempre está tan seria, siguiendo cada regla a pesar de ser nuestra líder de facto ahora. Bueno, me ha cuidado en muchas ocasiones, así que debo mostrar algo de respeto... Espera, ¿he sido una Portadora de Flor durante años? Cómo pasa el tiempo...
Acerca de Aalto
Aalto es un maestro en los juegos mentales. ¡Es difícil hacerlo perder los estribos! Aunque no es lo suficientemente fuerte como para despertar mi interés. Ese tipo depende demasiado del engaño para mi gusto.
Acerca de Jinhsi
La Srta. Loong de Jinzhou me recuerda a la Guardacostas: tan dedicadas a sus deberes y con tanto autosacrificio. No lo entiendo, ¿por qué se imponen esa carga?
Acerca de Jianxin
¿La taoísta? Es divertida de observar. Puede parecer que sigue las normas aburridas de la sociedad humana, pero su espíritu indomable aún brilla de vez en cuando.
Deseos de cumpleaños
Tu cumpleaños es el día más maravilloso. ¡Sin ti, mi vida sería tan vacía y aburrida! Estar contigo me trae paz y felicidad. ¡Oye, deja de mirar tu Terminal, gran {Male=salvador;Female=salvadora} de Solaris! He bloqueado todas las señales aquí para que no nos interrumpan. Hoy, eres {Male=mío;Female=mía} y de nadie más.
Inactivo: I
Jeje... ¿Qué te parece esta flor?
Inactivo: II
*Sonido de esfuerzo*
Inactivo: III
*Sonido de esfuerzo*
Autopresentación
Camellya, una Portadora de Flor de Costa Negra. ¡Qué alegría verte de nuevo! Mi amada... semilla del destino.
Saludo
Estoy tan impaciente… por este juego solo entre tú y yo.
Unirse al equipo: I
¡Complaceme con el poder!
Unirse al equipo: II
¿Dónde estáis, mis adorables semillas?
Unirse al equipo: III
No me aburras, ¿vale?
Ascensión: I
Ahh... Me encanta... ¡El poder fluyendo por mis venas...!
Ascensión: II
Cuidado con mis espinas, no te vayas a pinchar los dedos. Aunque, pensándolo bien... no creo que algo así pudiera hacerte daño, ¿verdad?
Ascensión: III
¿Te animas a otra ronda? ¡Te prometo que te sorprenderé con un montón de nuevos trucos y poderes!
Ascensión: IV
...Uf... Hah... E-estoy bien, solo necesito un momento para sobrellevar el dolor... Absorberlo por completo, convertir esas frecuencias caóticas en mi fuerza...
Ascensión: V
Con este poder, vuelvo a estar completa... Ahora sí podemos jugar como iguales. Al fin y al cabo, no se trata solo de lo que juegas, sino de con quién lo haces. ¿No crees?
Habilidad de resonancia: I
Cáliz.
Habilidad de resonancia: II
Entreteje.
Habilidad de resonancia: III
Brotadura.
Habilidad de resonancia: IV
Recortes.
Habilidad de resonancia: V
Brote.
Habilidad de resonancia: VI
Poda.
Habilidad de resonancia: VII
¡Sembrador de vitalidad!
Habilidad de resonancia: VIII
¡Sufrimiento injertado!
Habilidad de resonancia: IX
¡Flor de sangre!
Liberación de resonancia: I
¡Alimentad mis flores, autoengañadores!
Liberación de resonancia: II
¡No huyas, sigamos bailando!
Liberación de resonancia: III
¡Esfuérzate más, diviérteme!
Habilidad Intro: I
Florece desde la ceniza...
Habilidad Intro: II
Brote de semillas germinadas...
Habilidad Intro: III
Renacido de antiguas raíces...
Golpe: I
¡Interesante!
Golpe: II
¡No pares!
Herido: I
¡Esto se está volviendo emocionante!
Herido: II
¡Sigue bailando!
Herido: III
¡Qué patético!
Derrotado: I
Olvidado... otra vez...
Derrotado: II
Enredaderas marchitas...
Derrotado: III
Adiós...
Invocación de Eco
¡Mi nuevo juguete!
Transformación de Eco
¡Vamos a divertirnos!
Enemigos acercan
El encantador olor de todas mis presas~
Planeador
El viento contra mis enredaderas...
Sensor
¡Te encontré!
Cofre de suministros: I
¿Qué anhelas?
Cofre de suministros: II
Hmm, un pequeño capricho~
Cofre de suministros: III
Bueno... Por favor, no me decepciones.