Información
Ciaccona
Ciaccona VA
Chino: Ye Zhiqiu
Japonés: Hasegawa Ikumi
Coreano: Kim Ye Rim
Inglés: Rebecca Hanssen
Informe de Examen Forte de Ciaccona
Poder de Resonancia
Melodías tejidas
Informe de Evaluación de Resonancia
Entrada del diario de Veron Toccata, cabeza de la familia Toccata
No sabría decir si mi hija posee una bendición o una maldición.
La niña domina multitud de instrumentos con facilidad. Cuando mira las notas y escenas en las melodías de las partituras, lo que ve son las historias de los instrumentos y sus intérpretes. Me tomó de la mano y compartió su percepción conmigo, y fue cuando descubrí que Ciaccona recrea visiones a través de las melodías. Así ve ella el mundo.
«Al poder percibir estas cosas, Ciaccona transforma su música y su poesía en cualquier cosa.
La niña tiene una curiosidad innata por todo lo que le rodea, lo que la hace más empática hacia los demás y sus historias. Me preocupa que esta habilidad la haga desgraciada, que escuche los ecos que se ocultan tras las sombras...»
Informe de Diagnóstico de Overclock
Entrada del diario de Veron Toccata, cabeza de la familia Toccata
La Orden se enteró de la habilidad de la niña. Fue inevitable. La elogiaron, diciendo que estaba destinada a convertirse en la corista más prometedora de la familia Toccata. Siguieron el protocolo y le realizaron un examen de Forte a Ciaccona. He aquí sus resultados:
El gráfico de ondas de esta resonadora muestra fluctuaciones elípticas con un dominio del tiempo estable. No se observan signos de fluctuaciones anormales. Los resultados de la prueba se evalúan dentro de la fase normal.
Criticidad resonante: Alta. Esta resonadora posee alta estabilidad con riesgo mínimo de Overclock.
No existe un historial de overclock documentado.
Actualmente no necesita asesoramiento psicológico.
«Todos los datos parecen normales, posiblemente debido a que percibe las melodías como algo lleno de belleza y esperanza. Según la veo crecer, a veces pienso que me encantaría que fuera así de feliz para siempre... Sin embargo, cuando se hizo con la llave, eso se volvió imposible.»
Objetos Apreciados y Favores de Ciaccona
Pluma de poesía
Se trata de una pluma exquisitamente elaborada que transmite palabras a través de sus filamentos. En manos de un poeta, da vida a infinitas inspiraciones, narrando historias contadas en tabernas, sobre glaciares milenarios, grandiosas ruinas de ciudades subterráneas y bosques encantados.
¿Dónde tendrá lugar esta vez la leyenda del héroe?
Instrumento en miniatura
Un adorno que Ciaccona compró en el mercado. Le dijeron que era un instrumento en miniatura, capaz de producir sonidos.
Ella siempre dice que el estado mental del intérprete conecta profundamente con la música que toca y que los instrumentos no deben juzgarse por su valor, por muy ínfimo que sea...
Con los ojos bien abiertos, la multitud aguarda que la joven produzca sonidos que evocan milagros.
Recuerdo musical
Un mercader, tras escuchar la actuación de Ciaccona, le regaló una caja de música de delicada artesanía. Esta caja recrea las melodías de Ciaccona al girar suavemente la manivela. Ella comprendió que esta era otra forma de dar vida a la música para siempre.
Historia de Ciaccona
La música y el mundo
De niña, siempre le gustaba mirar al cielo, ya fuera el de un día despejado o el de una noche repleta de estrellas. Una vez se preguntó cómo se hacía aquello, pero su limitado vocabulario no le dejaba describir sus sentimientos. Mientras tanto, ella seguía sintiéndose atraída por esa sensación de urgencia que le provocaba lo desconocido y los misterios del más allá... Y entonces, dejó de hacerse preguntas, pues contemplaba el cielo por su belleza, por su importancia, por su significado... por todo.
Y desde entonces, mientras lee, mientras duerme, mientras camina... siempre tiene un ojo en el cielo.
«¡Pero bueno, señorita Ciaccona! ¡Vista al frente! ¿Por qué mira tanto al techo? Fíjese por dónde va». Después de hacerse un chichón en la cabeza, la pequeña Ciaccona decidió que quizás sería mejor no mirar tanto hacia arriba; por lo menos, al caminar... Y cuando volvió a mirar arriba, descubrió la pasión de su vida.
Era una tarde cualquiera cuando Ciaccona abrió la puerta del estudio de su padre. Lo primero que apreció al mirar arriba fue un objeto guardado en lo alto del armario. Lo bajó con mucho cuidado; era un violín, y esa, la primera vez que veía un instrumento musical. Imaginó cómo debía tocarlo su padre y decidió probar.
«Scriiiiich...»
Sin duda fue un sonido tosco... pero sintió algo peculiar, como si se zambullera en el fondo del mar. Todos los ruidos se desvanecieron, excepto la nota del violín, acompañados por el difuso fluir de luces y sombras del sol poniente. El mundo ante sus ojos pareció ocultarse, y al reaparecer, emergió algo completamente nuevo. El aire estaba lleno de notas musicales danzantes, y a lo lejos había un grupo de gente interpretando música.
«¿H-Hola?»
Nadie respondió. Se acercó porque, aunque sus rostros estaban borrosos, la melodía le resultaba familiar.
«Es una pieza que compuso nuestra familia, y que mi padre tocaba», recordó la pequeña Ciaccona sobre los orígenes de la música.
El grupo parecía no percibir su presencia mientras interpretaban, rodeando a la niña con melodías que sonaban como llantos de recién nacidos, alegrías y tragedias de la vida...
«Pum». De repente, la música se detuvo cuando se abrió la puerta. Al ver que Ciaccona tenía el violín en las manos, su padre le acarició suavemente la cabeza con un gesto de ligera resignación, antes de guardarlo.
«Te enseñaré a tocar cuando seas un poco más mayor», dijo mientras le cogía de la mano para salir de la habitación. Justo antes de que la puerta se cerrase, Ciaccona se giró y se despidió del violín con la mano.
Desde ese momento, Ciaccona comenzó a aprender sobre la música. Y cuanto más leía, escuchaba y descubría, más claras eran sus visiones al tocar un instrumento.
Nunca le contó a nadie lo que vio aquel día. Y mucho después, Ciaccona descubrió que esa era su habilidad de resonancia: el poder de recrear el pasado mediante las melodías.
Personas de diferentes épocas y tiempos, encontrándose a través de la música y la poesía. Una auténtica maravilla para una niña pequeña.
Y desde entonces, mientras lee, mientras duerme, mientras camina... siempre tiene un ojo en el cielo.
«¡Pero bueno, señorita Ciaccona! ¡Vista al frente! ¿Por qué mira tanto al techo? Fíjese por dónde va». Después de hacerse un chichón en la cabeza, la pequeña Ciaccona decidió que quizás sería mejor no mirar tanto hacia arriba; por lo menos, al caminar... Y cuando volvió a mirar arriba, descubrió la pasión de su vida.
Era una tarde cualquiera cuando Ciaccona abrió la puerta del estudio de su padre. Lo primero que apreció al mirar arriba fue un objeto guardado en lo alto del armario. Lo bajó con mucho cuidado; era un violín, y esa, la primera vez que veía un instrumento musical. Imaginó cómo debía tocarlo su padre y decidió probar.
«Scriiiiich...»
Sin duda fue un sonido tosco... pero sintió algo peculiar, como si se zambullera en el fondo del mar. Todos los ruidos se desvanecieron, excepto la nota del violín, acompañados por el difuso fluir de luces y sombras del sol poniente. El mundo ante sus ojos pareció ocultarse, y al reaparecer, emergió algo completamente nuevo. El aire estaba lleno de notas musicales danzantes, y a lo lejos había un grupo de gente interpretando música.
«¿H-Hola?»
Nadie respondió. Se acercó porque, aunque sus rostros estaban borrosos, la melodía le resultaba familiar.
«Es una pieza que compuso nuestra familia, y que mi padre tocaba», recordó la pequeña Ciaccona sobre los orígenes de la música.
El grupo parecía no percibir su presencia mientras interpretaban, rodeando a la niña con melodías que sonaban como llantos de recién nacidos, alegrías y tragedias de la vida...
«Pum». De repente, la música se detuvo cuando se abrió la puerta. Al ver que Ciaccona tenía el violín en las manos, su padre le acarició suavemente la cabeza con un gesto de ligera resignación, antes de guardarlo.
«Te enseñaré a tocar cuando seas un poco más mayor», dijo mientras le cogía de la mano para salir de la habitación. Justo antes de que la puerta se cerrase, Ciaccona se giró y se despidió del violín con la mano.
Desde ese momento, Ciaccona comenzó a aprender sobre la música. Y cuanto más leía, escuchaba y descubría, más claras eran sus visiones al tocar un instrumento.
Nunca le contó a nadie lo que vio aquel día. Y mucho después, Ciaccona descubrió que esa era su habilidad de resonancia: el poder de recrear el pasado mediante las melodías.
Personas de diferentes épocas y tiempos, encontrándose a través de la música y la poesía. Una auténtica maravilla para una niña pequeña.
Los poemas y el mundo
Inclinada sobre su escritorio, la joven sentía el frío metálico de la pluma en la punta de sus dedos, mientras sus pensamientos se marchitaban en desiertos yermos de inspiración.
Por su ventana pasaban gentes ajetreadas, pájaros, acólitos orando, y el viento... Mas, a los ojos de Ciaccona, eran escenas que podían transformarse en palabras y signos de puntuación, pero se negaban a encajar en oraciones. Vacías y sin vida, una al lado de la otra... Eso no era poesía.
«Señorita Ciaccona, ¿puedo molestarle un momento?». Una doncella llamó a la puerta y entró en la habitación con el consentimiento de la joven.
«Me preguntaba si podría pedirle un favor, señorita. Conociendo su don con las palabras, ¿podría ayudarme a escribir una carta? Es para mi familia».
Ciaccona invitó a la sirvienta a sentarse y empezó a escribir una hoja en blanco: «Queridos...»
Cuando la sirvienta recibió una carta de respuesta desde su hogar, la compartió con la joven, y juntas escribieron una segunda carta.
Sinceras palabras brotaban mientras la doncella hablaba de su vida y pensamientos. Cuando expresaba alegría, la joven compartía su felicidad. Cuando hablaba de tristeza, sentía su dolor.
La reputación de la escritura de Ciaccona se extendió, y más personas acudieron en busca de su ayuda para redactar cartas. Poco a poco, aprendió a interpretar a quien le hablaba. Para una carta a un marinero en alta mar, su pluma transmitía cierto sabor salado; para otra a una madre en los campos de trigo, su tinta llevaba el aroma del cereal. Por supuesto, siempre guardaba en secreto las historias de todos.
Antes de darse cuenta, descubrió que las palabras en sus cartas se transformaban en poesía, formando un alma.
Tomó su pluma y miró una vez más por la ventana el paisaje inmutable, pero el papel seguía vacío. Sonó un golpe en la puerta, probablemente alguien con otra solicitud de carta. Mientras la joven se levantaba para responder, las voces del visitante se entrelazaron con el crujido del suelo, y comprendió lo que había evitado durante tanto tiempo: antes de escribir, hay que escuchar, con un corazón sincero y un alma limpia.
«¡Ya voy! ¿A quién le gustaría escribir hoy?»
Ciaccona alisó el arrugado papel mientras las oraciones de la Catedral de Mercurio fluían en la habitación, transportadas por la brisa. Continuó experimentando las alegrías y penas de innumerables historias, mientras buscaba en ellas la pasión y el alma de la poesía.
Por su ventana pasaban gentes ajetreadas, pájaros, acólitos orando, y el viento... Mas, a los ojos de Ciaccona, eran escenas que podían transformarse en palabras y signos de puntuación, pero se negaban a encajar en oraciones. Vacías y sin vida, una al lado de la otra... Eso no era poesía.
«Señorita Ciaccona, ¿puedo molestarle un momento?». Una doncella llamó a la puerta y entró en la habitación con el consentimiento de la joven.
«Me preguntaba si podría pedirle un favor, señorita. Conociendo su don con las palabras, ¿podría ayudarme a escribir una carta? Es para mi familia».
Ciaccona invitó a la sirvienta a sentarse y empezó a escribir una hoja en blanco: «Queridos...»
Cuando la sirvienta recibió una carta de respuesta desde su hogar, la compartió con la joven, y juntas escribieron una segunda carta.
Sinceras palabras brotaban mientras la doncella hablaba de su vida y pensamientos. Cuando expresaba alegría, la joven compartía su felicidad. Cuando hablaba de tristeza, sentía su dolor.
La reputación de la escritura de Ciaccona se extendió, y más personas acudieron en busca de su ayuda para redactar cartas. Poco a poco, aprendió a interpretar a quien le hablaba. Para una carta a un marinero en alta mar, su pluma transmitía cierto sabor salado; para otra a una madre en los campos de trigo, su tinta llevaba el aroma del cereal. Por supuesto, siempre guardaba en secreto las historias de todos.
Antes de darse cuenta, descubrió que las palabras en sus cartas se transformaban en poesía, formando un alma.
Tomó su pluma y miró una vez más por la ventana el paisaje inmutable, pero el papel seguía vacío. Sonó un golpe en la puerta, probablemente alguien con otra solicitud de carta. Mientras la joven se levantaba para responder, las voces del visitante se entrelazaron con el crujido del suelo, y comprendió lo que había evitado durante tanto tiempo: antes de escribir, hay que escuchar, con un corazón sincero y un alma limpia.
«¡Ya voy! ¿A quién le gustaría escribir hoy?»
Ciaccona alisó el arrugado papel mientras las oraciones de la Catedral de Mercurio fluían en la habitación, transportadas por la brisa. Continuó experimentando las alegrías y penas de innumerables historias, mientras buscaba en ellas la pasión y el alma de la poesía.
El destino y la puerta
La joven se encuentra de pie, ansiosa, frente a la puerta. Tiene que ponerse de puntillas para alcanzar la cerradura.
Con su padre y el resto de la familia ocupados en los ensayos del coro, y sin nadie que la vigile hoy, Ciaccona sabe que esta es su única oportunidad para abrirla.
La puerta se abre lentamente, revelando la de su interior. Ciaccona se apoya contra la pared y extiende la mano, buscando el interruptor de la luz.
Su padre no permite que nadie entre en esta habitación. Dice que es un estudio abandonado que ni siquiera se limpia, y afirma que el suelo podría ceder por el desgaste si alguien lo pisa. Pero esto no es suficiente para disuadir la curiosidad de la joven Ciaccona, tal como había leído en los poemas: «No te dejes arrastrar por la oscuridad. Revélate una y otra vez contra la agonía de la claridad»...
Las luces parpadearon hasta encenderse, iluminando la estancia. Al momento, Ciaccona se percató de que su padre le había mentido. El estudio estaba impecable.
Estanterías se alzaban en las paredes mientras algunos instrumentos descansaban en las esquinas. Todo un paraíso para una niña que amaba la poesía y la música.
Acarició suavemente los instrumentos para despertarlos y correteó y cantó por toda la habitación. De un lado a otro... hasta chocar contra una estantería. Un libro cayó al suelo, y Ciaccona lo abrió.
«Esta antología se atribuye a Himno Dorado. Que sus poemas iluminen el camino de quienes se desvíen de sus destinos ya trazados...».
Ciaccona repite este prefacio, cautivada por sus palabras. Se sienta en silencio, pasando página tras página, mientras su propio destino también gira junto con ellas...
Con su padre y el resto de la familia ocupados en los ensayos del coro, y sin nadie que la vigile hoy, Ciaccona sabe que esta es su única oportunidad para abrirla.
La puerta se abre lentamente, revelando la de su interior. Ciaccona se apoya contra la pared y extiende la mano, buscando el interruptor de la luz.
Su padre no permite que nadie entre en esta habitación. Dice que es un estudio abandonado que ni siquiera se limpia, y afirma que el suelo podría ceder por el desgaste si alguien lo pisa. Pero esto no es suficiente para disuadir la curiosidad de la joven Ciaccona, tal como había leído en los poemas: «No te dejes arrastrar por la oscuridad. Revélate una y otra vez contra la agonía de la claridad»...
Las luces parpadearon hasta encenderse, iluminando la estancia. Al momento, Ciaccona se percató de que su padre le había mentido. El estudio estaba impecable.
Estanterías se alzaban en las paredes mientras algunos instrumentos descansaban en las esquinas. Todo un paraíso para una niña que amaba la poesía y la música.
Acarició suavemente los instrumentos para despertarlos y correteó y cantó por toda la habitación. De un lado a otro... hasta chocar contra una estantería. Un libro cayó al suelo, y Ciaccona lo abrió.
«Esta antología se atribuye a Himno Dorado. Que sus poemas iluminen el camino de quienes se desvíen de sus destinos ya trazados...».
Ciaccona repite este prefacio, cautivada por sus palabras. Se sienta en silencio, pasando página tras página, mientras su propio destino también gira junto con ellas...
Por las historias, ella cantará
El caballero, de maltrecha armadura, avanza tambaleándose hacia su tierra. Paso a paso, deja huella de su determinación a lo largo del camino predestinado por la Divinidad. ¿Qué es el destino? No lo sabe. En este preciso instante, si la deidad le concediera una bendición, el caballero solo desearía una cosa: regresar a casa como un héroe y volver a ser el hombre normal que una vez fue...
La narración de Ciaccona se detiene junto con la música, y los aplausos estallan a su alrededor como chispas en una hoguera.
«Ciaccona, ¿dónde irás mañana?». Los niños se reúnen a su alrededor, pues quieren más historias.
Ciaccona, ya adulta, es una trovadora trotamundos que va plantando semillas de poesía y música por dondequiera que vaya.
Vientos favorables, guiad a los pastores hasta sus hogares. Nubes errantes, llevad los pensamientos a la lejanía. Y lluvia ligera, encubre las lágrimas mientras aguardamos el próximo amanecer.
Un caballero solitario engalana el coraje indomable que arremete contra los ríos. Hogazas de pan portan la reticencia familiar a despedirlo.
Las aves en el cielo representan cada alma de Rinascita que se esfuerza por vivir su vida, extendiendo valientemente sus alas incluso en medio de tormentas.
En todos lares cantaba Ciaccona sus historias, aunque nunca eran suyas propias. Cuando le preguntaban sobre su pasado y la razón de que fuera trovadora, ella sonreía y respondía: «El pasado debe permanecer en el pasado».
Pero cuando llegue el momento de contarlo, Ciaccona las historias que se ocultan tras su apellido serán los capítulos más apasionantes de su vida.
La narración de Ciaccona se detiene junto con la música, y los aplausos estallan a su alrededor como chispas en una hoguera.
«Ciaccona, ¿dónde irás mañana?». Los niños se reúnen a su alrededor, pues quieren más historias.
Ciaccona, ya adulta, es una trovadora trotamundos que va plantando semillas de poesía y música por dondequiera que vaya.
Vientos favorables, guiad a los pastores hasta sus hogares. Nubes errantes, llevad los pensamientos a la lejanía. Y lluvia ligera, encubre las lágrimas mientras aguardamos el próximo amanecer.
Un caballero solitario engalana el coraje indomable que arremete contra los ríos. Hogazas de pan portan la reticencia familiar a despedirlo.
Las aves en el cielo representan cada alma de Rinascita que se esfuerza por vivir su vida, extendiendo valientemente sus alas incluso en medio de tormentas.
En todos lares cantaba Ciaccona sus historias, aunque nunca eran suyas propias. Cuando le preguntaban sobre su pasado y la razón de que fuera trovadora, ella sonreía y respondía: «El pasado debe permanecer en el pasado».
Pero cuando llegue el momento de contarlo, Ciaccona las historias que se ocultan tras su apellido serán los capítulos más apasionantes de su vida.
Por sí misma, ella cantará
«La música en sí misma carece de emoción. Es el corazón el que le da un significado. El corazón es lo que le otorga significado. Cuéntame, mi querido oyente. ¿Qué sentimientos evocó mi pieza en ti?»
En Pueblo de Egla, es posible que se desarrollen numerosas historias de encuentros y despedidas cada día. Como trovadora, Ciaccona siempre las observa, con sus inicios, sus desarrollos y sus desenlaces...
Al vislumbrar a lo lejos, bajo la luz de la mañana, el caminar de una figura desconocida, supo que una nueva melodía estaba a punto de sonar.
Esta fue la primera conversación de Ciaccona contigo. Pero para ella, quizás no era la primera vez que os encontrabais.
Bajo un cielo nocturno iluminado por fuegos artificiales, ella presenció cómo {Male=el forastero enmascarado;Female=la forastera enmascarada} reclamaba el Laurel, eclipsando estrellas y destellos entre los vítores de la multitud.
¿Qué define a un héroe aclamado en las leyendas? ¿Es la fuerza? ¿Es el valor? ¿Es la bondad? ¿Es la justicia?
Ahora, todas estas cualidades convergen en la prometedora silueta que tiene frente a sí.
«Si pudiera, me encantaría escribir un poema para ti, {Male=Laureado;Female=Laureada}».
A través de las olas, el suave viento de Borgo Cantabrisa cabalga silenciosamente por la orilla, surcando molinos y chimeneas, para luego recorrer la naturaleza salvaje hasta alcanzar a una chica pelirroja con cuernos. Ella toca su laúd entre pájaros danzantes y el viento continuo lleva su canción a lugares distantes.
La poesía y la música son el mundo de Ciaccona.
Mientras la chica astada os ve a ti y a Carlotta emerger del viento, algo le dice que esta vez ella también se sumergirá en la historia.
Los juglares permanecen en la sombra, vigilantes, observando leyendas ajenas. Pero al salir de entre las páginas, se siente emocionada e inquieta, pues por primera vez ella es parte de la historia.
En esta ocasión, ella cantará de sí misma.
En Pueblo de Egla, es posible que se desarrollen numerosas historias de encuentros y despedidas cada día. Como trovadora, Ciaccona siempre las observa, con sus inicios, sus desarrollos y sus desenlaces...
Al vislumbrar a lo lejos, bajo la luz de la mañana, el caminar de una figura desconocida, supo que una nueva melodía estaba a punto de sonar.
Esta fue la primera conversación de Ciaccona contigo. Pero para ella, quizás no era la primera vez que os encontrabais.
Bajo un cielo nocturno iluminado por fuegos artificiales, ella presenció cómo {Male=el forastero enmascarado;Female=la forastera enmascarada} reclamaba el Laurel, eclipsando estrellas y destellos entre los vítores de la multitud.
¿Qué define a un héroe aclamado en las leyendas? ¿Es la fuerza? ¿Es el valor? ¿Es la bondad? ¿Es la justicia?
Ahora, todas estas cualidades convergen en la prometedora silueta que tiene frente a sí.
«Si pudiera, me encantaría escribir un poema para ti, {Male=Laureado;Female=Laureada}».
A través de las olas, el suave viento de Borgo Cantabrisa cabalga silenciosamente por la orilla, surcando molinos y chimeneas, para luego recorrer la naturaleza salvaje hasta alcanzar a una chica pelirroja con cuernos. Ella toca su laúd entre pájaros danzantes y el viento continuo lleva su canción a lugares distantes.
La poesía y la música son el mundo de Ciaccona.
Mientras la chica astada os ve a ti y a Carlotta emerger del viento, algo le dice que esta vez ella también se sumergirá en la historia.
Los juglares permanecen en la sombra, vigilantes, observando leyendas ajenas. Pero al salir de entre las páginas, se siente emocionada e inquieta, pues por primera vez ella es parte de la historia.
En esta ocasión, ella cantará de sí misma.
Líneas de Voz de Ciaccona
Pensamientos: I
Debes estar {Male=exhausto;Female=exhausta} por tu largo viaje. Es hora de sentarse para descansar y disfrutar de la poesía y la música. ¿Qué te apetece hoy? ¿Una epopeya heroica o un sencillo relato de la vida rural?
Pensamientos: II
Aunque la realidad no esté decorada con espadas y hechizos como las historias, no es que tenga menos significado. La bondad y la belleza que encontramos en los relatos nos ayudan a amar al mundo aún más.
Pensamientos: III
¿Quieres encontrarme rápidamente? Vamos a ver... Frecuento restaurantes a altas horas de la noche, pero también los bosques, o los tejados... Sí, eso no suena muy útil. Pero mientras sigas los poemas y la música, nos volveremos a encontrar.
Pensamientos: IV
Te habrás dado cuenta de que nunca menciono despedidas ni adioses en mis poemas. Para mí, toda despedida es el preludio de un reencuentro. Si escribiera todos los finales tristes y apesadumbrados, sería incómodo volvernos a encontrar, ¿no crees?
Pensamientos: V
{Male=Un extraño;Female=Una extraña} que zarpó desde costas lejanas protagonizó un gran espectáculo y fue {Male=coronado Laureado;Female=coronada Laureada} del Carnevale. ¿Qué te parece esta historia? Será recordada en los siglos venideros. Dejaré que el viento la lleve a través del mar infinito del tiempo, resonando en la eternidad.
El pasatiempo de Ciaccona
Me encanta una forma polifónica de música llamada «chacona» que capta el fugaz viaje de la vida. Desde los lloros al nacer, pasando por el drama y la alegría de vivir, la melancolía de envejecer y, finalmente, la pérdida. Creo que mis poemas deberían seguir un estilo similar. Los triunfos merecen ser celebrados, pero el sufrimiento también ha de ser reconocido. Solo abrazando tanto la luz como la oscuridad, podremos aprender verdaderamente a amar al mundo.
El problema de Ciaccona
He dormido en todo tipo de lechos viajando de un lugar a otro. Tiendas de campaña, casas en los árboles, rocas en las montañas... de todo. No soy exigente; lo único que me molesta es que se me enganchen los cuernos cuando doy vueltas en la cama. ¿Por qué no hacen fundas para los cuernos, o un gorrito de dormir donde quepan?
Comida favorita
Cualquier comida puede saber aún más deliciosa si se combina con poemas o música. ¿Te apetece una pizza y una copa de vino, mi {Male=amigo;Female=amiga}? Le ponemos un poco de «salsa de versos» y sabrás que es hora de disfrutar en cuanto escuches las primeras notas.
Comida que no le gusta
Los nombres de los alimentos a veces pueden ser engañosos. Una vez conocí a un comerciante que me enseñó a hacer «galletas de ciervo». El nombre sonaba lindo y pensé que sabría como a vida salvaje, pero era una especie de masa hecha con pan rallado y harina, y cuando le di un mordisco, estaba reseca y sosa. Mientras sostenía la galleta en la mano con cara de asco, apareció un ciervo de entre los arbustos y se la comió de un mordisco. Así que, como sugiere el nombre, las «galletas de ciervo» son en realidad para los ciervos.
Ideales
Desearía poder estar viajando siempre. Un viaje infantil, un viaje alocado, un viaje colorido, un viaje viajero... Cualquier viaje. Cuando viajas, puedes conocer a todo tipo de personas y escuchar sus historias; su amor por la vida, charlas casuales, sus sueños e ideas... son como fuegos artificiales llenos de sorpresas y emociones.
Chat: I
Este es el primer instrumento musical que tuve. Ya no suena como antes, pero gracias a mi Forte, todavía puedo sentir las alegrías que antaño me proporcionaba... Me muestra a una jovencita disfrutando de la puesta de sol en el escenario, actuando sola para un público imaginario.
Chat: II
De pequeña, mi padre quería que me mantuviera alejada de la poesía y la música. No entendí por qué, pues él mismo era director de un coro, pero conforme hice de las artes parte de mi vida, comencé a ver el otro lado: las tragedias que a menudo se ignoran. Desgracias que pueden incluso afectar a los propios intérpretes.
Acerca de Carlotta
Es una compradora exigente y una experta vendedora. Ya sean obras modernas o clásicas, Carlotta siempre evalúa el arte bajo un prisma justo y reflexivo. Ella me enseñó que la belleza del arte trasciende el tiempo y que cada artista acabará por encontrar a su público.
Acerca de Phoebe
Llegué a pensar en contarle la verdad sobre la Orden, pero después de ver su devoción ante la estatua del Centinela, orando por la gente de Raguna, preferí dejarlo. Para una acólita tan amable como ella, quizá la verdad pueda hacer más mal que bien.
Acerca de Brant
Brant es un artista cautivador en el escenario. A veces me pregunto sobre lo que le depara el destino. ¿Quedará plasmado en las páginas de la historia, tras innumerables aventuras? ¿O pasará sus años dorados relatando sus legendarias historias en un barco en algún lugar, sosteniendo una botella de Aliento de Troupe?
Acerca de Cartethyia
¿La Sacra Doncella? ¿O una villana? Todavía quedan muchas preguntas sin respuesta en la historia de Cartethyia, y yo nunca cantaría una obra incompleta. Para poder comprender las palabras, estas deben tener un final apropiado.
Deseos de cumpleaños
En esta noche de centelleantes astros, mis mejores deseos son para la estrella que nació en un día como este. ¿Ya has pensado en un deseo de cumpleaños? Espera, no lo digas en voz alta. Cuando lo tengas, ven a sentarte. La actuación está a punto de comenzar.
Inactivo: I
Mmmh, falta algo... sí...
Inactivo: II
Ahora está perfecto.
Inactivo: III
*Sonido de esfuerzo*
Autopresentación
Los trovadores somos los mensajeros de los héroes. No necesito aplausos ni flores. Solo soy una narradora, como cualquier otra. Un placer conocerte, gran {Male=héroe;Female=heroína}. Puedes llamarme Ciaccona.
Saludo
¿Lo escuchas? ¡Una estrella fulgurante acaba de tocar tierra!
Unirse al equipo: I
¡Adelante! Mis versos iluminarán tu camino.
Unirse al equipo: II
Dicen que quien narra una historia acaba formando parte de ella.
Unirse al equipo: III
¡Cómo fluye mi inspiración!
Ascensión: I
¿No son algo asombroso, los milagros que las palabras y la música nos pueden traer?
Ascensión: II
Es un tipo de ejercicio vocal. ¿Quieres unirte a mí?
Ascensión: III
¡Mira, una mandolina hecha de un tarro de galletas! Y esta maraca es una botella llena de alubias. Increíble, ¿no crees? Somos nosotros quienes definimos qué es un instrumento musical. Los artistas, cuando expresan emociones auténticas, nunca se preocupan por desafinar.
Ascensión: IV
Viajamos a través de las llanuras de este vasto mundo y exploramos antiguas ruinas subterráneas. Al final, abrimos las puertas de la taberna, dejamos caer bolsas de monedas sobre la mesa y cantamos nuestras vivencias. ¿Quizá adornemos en exceso las historias? ¡Así sea! Prefiero abordar la vida desde una perspectiva romántica.
Ascensión: V
Es hora de terminar esta historia, el relato de todas nuestras aventuras. Y ahí se lee el título del capítulo final: «Continuará».
Ataque básico: I
Una gran obertura.
Ataque básico: II
Tiempo del solo.
Ataque básico: III
El cierre perfecto.
Habilidad de resonancia: I
Obertura.
Habilidad de resonancia: II
Polifonía.
Habilidad de resonancia: III
¡Presto!
Liberación de resonancia: I
Que comience el espectáculo.
Liberación de resonancia: II
Escucha. El trío del destino.
Liberación de resonancia: III
Presentamos un poema y su final.
Habilidad Intro
Gracias por su atención.
Golpe: I
Ups... Nota equivocada.
Golpe: II
Mejor ponerse seria.
Herido: I
Una octava más abajo.
Herido: II
Maravillas y tragedias van de la mano.
Herido: III
Tocando la última nota...
Derrotado: I
Oigo el aria del llanto…
Derrotado: II
Los versos serán cantados de nuevo…
Derrotado: III
Las melodías... se han ido...
Invocación de Eco
Un acorde perfecto.
Transformación de Eco
Ver para creer.
Enemigos acercan
Afinando.
Planeador
Pan comido.
Sensor
Qué agradable sorpresa.
Esprintar
Presta atención al tempo.
Cofre de suministros: I
Uf. Esta vez no es un mímico de los de los cuentos.
Cofre de suministros: II
Vaya, mira quién ha encontrado su propia inspiración.
Cofre de suministros: III
La fortuna nos sonríe.