Información
Zani
Zani VA
Chino: Nie Xiying
Japonés: Ueda Hitomi
Coreano: Won Esther
Inglés: Alexandra Metaxa
Informe de Examen Forte de Zani
Poder de Resonancia
Marca resplandeciente
Informe de Evaluación de Resonancia
[Perfil de empleados de la Bóveda de Averardo: Permiso de acceso confirmado]
Nombre del/la empleado/a: Zani
El historial de Despertar de la empleada Zani sigue siendo desconocido. Su nivel de desarrollo del Forte y frecuencia de uso son ambos altos.
La marca tácita de Zani atraviesa diagonalmente su espalda. Tras su Despertar, ha experimentado mutaciones físicas significativas, incluyendo la aparición de unos cuernos, similares a las astas de los cérvidos, y una fina cola que emerge desde su coxis. Cuando Zani activa su Forte, puede almacenar momentáneamente la energía redundante en su cuerpo, mejorando sus capacidades físicas. Esta energía redundante se manifiesta visiblemente como brillantes corrientes de energía que rebosan de sus cuernos, cola y cabello. Además, se producen patrones luminosos similares a cicatrices en su torso. Según cuenta, estas cicatrices sanan con el tiempo, dejando solo marcas leves, apenas visibles a simple vista. Se cree que la estructura frágil de la piel cicatrizada facilita la concentración de energía en estas áreas.
Zani relata un incidente ocurrido hace años, durante el cual resultó gravemente herida en un intento de asalto orquestado por ▇▇▇▇▇▇▇. Su Forte despertó en medio de este ataque, repeliendo con éxito a sus agresores con sus nuevas habilidades. El análisis del patrón de espectro de resonancia no pudo determinar la causa de su Despertar. El análisis de la muestra de prueba ha revelado una Curva de Rabelle no convergente. Por lo tanto, Zani es identificada como una «Resonadora mutante» con período de incubación.
«Las características físicas distintivas de Zani tras su Despertar me recuerdan a esas leyendas olvidadas que la familia recopiló, que hablan de entidades sobrenaturales y espeluznantes acechando entre las sombras, mucho antes del Lamento. ¿Podrían tener cierta relación con su Despertar? ¿O es solo una extraña coincidencia?»
«No le des tantas vueltas. Quizás le despertó un Rodadoyak o una cabra».
Informe de Diagnóstico de Overclock
[Perfil de empleados de la Bóveda de Averardo: Permiso de acceso confirmado]
El gráfico con forma de onda de esta empleada muestra fluctuaciones elípticas. El patrón de dominio del tiempo es regular y no se observan signos de fluctuaciones anormales. Los resultados de la prueba se evalúan dentro de la fase normal.
Criticidad resonante: Alta. Esta empleada posee alta estabilidad con riesgo mínimo de Overclock.
Los registros no indican antecedentes de overclock. No hay necesidad actual de asesoramiento psicológico.
Nota del Departamento de Investigación: «Sinceramente, estos resultados no me sorprenden. ¡La fortaleza mental de la Srta. Zani probablemente sea más resistente que las paredes blindadas de la Bóveda! Con todo el estrés que gestiona de forma habitual en el trabajo, no me sorprendería que tuviera su propia válvula de escape. Igual le pregunto sobre ello cuando termine de trabajar hoy. Sería genial compartir sus ideas con otros resonadores de la familia».
Respuesta de Zani: «¿Mis métodos para desestresarme? Bueno, eh, a veces hago horas extra al salir del trabajo. ¿Eso cuenta?».
Objetos Apreciados y Favores de Zani
Nota personal
Un cuaderno es el compañero inseparable de Zani. No es solo un lugar donde anotar horarios diarios y tareas importantes. También guarda truquillos que ha ido recopilando: desde una receta encontrada por casualidad hasta consejos útiles sacados de un superventas e incluso un tutorial rápido para arreglar la lavadora en cinco minutos, Zani colecciona todo tipo de trucos aparentemente inútiles. Perdón. Completamente inútiles.
Pero para Zani, cada anotación es una valiosa parte de su vida cotidiana. Los guarda para el día que los necesite. Quizás hoy, al salir del trabajo, o en sus próximas vacaciones. Estén donde estén.
Maestra en la gestión del tiempo
El despertador es una compañía constante de Zani. Este, en concreto, es como una mezcla rara: parece un reloj de bolsillo por su diseño y textura, pero es mucho más grande. Cada mañana de trabajo, su toque despierta a Zani al momento, señalando el inicio de su jornada.
Como empleada de los Montelli, maneja ingentes riquezas y secretos ocultos, y un solo minuto de retraso puede provocar pérdidas significativas. Por eso, la puntualidad es crucial para ella.
Zani divide meticulosamente su día en segmentos bien cronometrados, asegurándose de cumplir todos sus plazos con precisión. Algunos piensan que tiene un don natural para la gestión del tiempo, pero solo los empleados más veteranos conocen la verdad: Zani ha trabajado incansablemente para lograr esta eficiencia.
Una muestra de gratitud
Para Zani, echar una mano a los demás es simplemente parte de su rutina diaria, nada de lo que presumir o por lo que buscar reconocimiento. Al haber estado ella misma en una situación difícil, comprende la importancia de ese apoyo. Por eso, tras obtener la fuerza para enfrentarse a la crueldad, eligió su camino, ayudar a los demás. Sin condiciones, así es ella.
Algunas cicatrices de su cuerpo son recordatorios de un secuestro pasado, olvidado hace tiempo por los raguneses. Tras mucho esfuerzo, logró rescatar a una niña secuestrada. En agradecimiento, la niña le regaló este juguete antes de que llegaran sus padres.
Aunque para Zani sus acciones son algo normal, para otros cambia sus vidas. A ella no le gusta pensar demasiado en ello... pero aún conserva este juguete.
Historia de Zani
Cliente habitual
Ya es medianoche. Las luces de los escaparates se han apagado, dejando a la bulliciosa Raguna envuelta en un solemne y silencioso abrazo. Hasta el Señor Pulpo en la torre del campanario parece sumergirse en el mundo de los sueños. Bueno, si acaso es que los Ecos sueñan.
«Parece que por hoy ya no hay más clientes», bosteza Margherita. «Será mejor que termine de limpiar y me vaya a casa».
«Ciao, Margherita. Lo de siempre. Y Nectarvino, y pan de la casa. No te cortes con la mermelada de bayagema, ni con la pimienta negra. Gracias».
Justo en ese momento, la voz familiar que escuchó a sus espaldas estaba cargada con el inconfundible peso del agotamiento, y quizá un poco más de sueño que de costumbre. Era como si el espíritu de su dueña hubiera sido arrebatado a los cielos por Imperator, dejando un caparazón vacío y cansino.
Para cualquiera que no conociera Raguna, tal carencia de vida le habría hecho salir corriendo.
«Ya hacía tiempo que no venías, Srta. Zani», dijo Margherita, todavía concentrada en limpiar las migas de pizza del horno. «¿Sales ahora de trabajar? ¿Has estado liada últimamente?»
«Bueno, más o menos», respondió Zani, con la mirada fija en el mostrador como si estuviera contemplando una pila de informes recién impresos en lugar de unas apetitosas pizzas. «Ya sabes, con el Carnevale a la vuelta de la esquina, el Banco nos hace trabajar por tres. Aunque tampoco importa mucho. El trabajo nunca termina, de todos modos».
«Para nosotros, los Montelli, el Carnevale es tanto una oportunidad como todo un desafío». Recordó Zani lo que le dijo Alberto, cuando recibió esa asignación. «Por el futuro de Raguna, todos debemos desempeñar nuestro papel».
Para Zani, esas palabras sonaban vacías. Trabajaba para el Banco porque le pagaban. No era ninguna artista «interpretando un papel». Aun así, tenía que admitir que {Male=el invitado;Female=la invitada} que estaba a punto de proteger le causaba cierta curiosidad. El crujiente pan en el horno desprendía un aroma apetitoso que hizo que su estómago gruñera.
«¿Qué debería desayunar mañana?», se preguntó. «La tortita de esta mañana estaba fría y me sentó mal. Tal vez unas gachas de cereales con huevos pochados... Ah, y definitivamente dos cucharadas de azúcar...»
En ese momento, un leve crujido atravesó el aire de medianoche. Margherita, ocupada con la freidora, ni lo notó. Quizás toda la ciudad dormida de Raguna tampoco lo percibió. Pero Zani sí. Levantó la mirada y vio una sombra deslizarse por los tejados. El sonido provenía de una teja suelta, desplazada por un paso descuidado.
El Carnevale no solo atraía turistas que respetan la ley. Con un suspiro resignado, Zani sacó su cartera y colocó unas cuantas monedas caparazón sobre el mostrador. Se había quedado sin su tentempié de medianoche.
«¡Tachán! Ya está listo el pan, Srta. Zani» exclamó Margherita. Y al darse la vuelta, se dio cuenta de que el asiento de Zani estaba vacío.
«Parece que por hoy ya no hay más clientes», bosteza Margherita. «Será mejor que termine de limpiar y me vaya a casa».
«Ciao, Margherita. Lo de siempre. Y Nectarvino, y pan de la casa. No te cortes con la mermelada de bayagema, ni con la pimienta negra. Gracias».
Justo en ese momento, la voz familiar que escuchó a sus espaldas estaba cargada con el inconfundible peso del agotamiento, y quizá un poco más de sueño que de costumbre. Era como si el espíritu de su dueña hubiera sido arrebatado a los cielos por Imperator, dejando un caparazón vacío y cansino.
Para cualquiera que no conociera Raguna, tal carencia de vida le habría hecho salir corriendo.
«Ya hacía tiempo que no venías, Srta. Zani», dijo Margherita, todavía concentrada en limpiar las migas de pizza del horno. «¿Sales ahora de trabajar? ¿Has estado liada últimamente?»
«Bueno, más o menos», respondió Zani, con la mirada fija en el mostrador como si estuviera contemplando una pila de informes recién impresos en lugar de unas apetitosas pizzas. «Ya sabes, con el Carnevale a la vuelta de la esquina, el Banco nos hace trabajar por tres. Aunque tampoco importa mucho. El trabajo nunca termina, de todos modos».
«Para nosotros, los Montelli, el Carnevale es tanto una oportunidad como todo un desafío». Recordó Zani lo que le dijo Alberto, cuando recibió esa asignación. «Por el futuro de Raguna, todos debemos desempeñar nuestro papel».
Para Zani, esas palabras sonaban vacías. Trabajaba para el Banco porque le pagaban. No era ninguna artista «interpretando un papel». Aun así, tenía que admitir que {Male=el invitado;Female=la invitada} que estaba a punto de proteger le causaba cierta curiosidad. El crujiente pan en el horno desprendía un aroma apetitoso que hizo que su estómago gruñera.
«¿Qué debería desayunar mañana?», se preguntó. «La tortita de esta mañana estaba fría y me sentó mal. Tal vez unas gachas de cereales con huevos pochados... Ah, y definitivamente dos cucharadas de azúcar...»
En ese momento, un leve crujido atravesó el aire de medianoche. Margherita, ocupada con la freidora, ni lo notó. Quizás toda la ciudad dormida de Raguna tampoco lo percibió. Pero Zani sí. Levantó la mirada y vio una sombra deslizarse por los tejados. El sonido provenía de una teja suelta, desplazada por un paso descuidado.
El Carnevale no solo atraía turistas que respetan la ley. Con un suspiro resignado, Zani sacó su cartera y colocó unas cuantas monedas caparazón sobre el mostrador. Se había quedado sin su tentempié de medianoche.
«¡Tachán! Ya está listo el pan, Srta. Zani» exclamó Margherita. Y al darse la vuelta, se dio cuenta de que el asiento de Zani estaba vacío.
Sombra de la llama
Extracto de la edición especial del Expreso Pionero: «La guardiana de la Noche. ¿Una encarnación de la justicia o una astuta criminal?».
«¡Justo cuando el grito se me atascó en la garganta, esa silueta pasó volando sobre mi cabeza! Él, no, no, ella. Sí, creo que era una mujer. Se movía rápido, y en la oscuridad de la noche, es difícil ver con claridad. Pero juro que tenía algo en su cabeza, como unas horquillas extrañas. ¿O quizás era su pelo ondeando al viento? No lo sé».
— Sabrina (mujer, 36 años), una de las testigos conocidas.
«Los hermanos de la Cámara de Disciplina finalmente llegaron a un consenso y declararon a esa forajida como una Virtuosa. ¡Me opuse rotundamente a su dictamen entonces, y me opongo ahora! ¡Esa forajida es responsable de docenas de agresiones en Raguna! Sí, sí, sé que los agredidos eran criminales, ¡pero deberían haber sido arrestados por la Cámara de Disciplina en nombre del Imperator y sentenciados bajo la mirada solemne del Centinela, no por una pendenciera impartiendo justicia callejera! ¡Esto es todo un desafío descarado a la autoridad del Centinela! ¡Aquí en Raguna, solo el Centinela tiene derecho a juzgar a los culpables!»
— Acólito anónimo de la Cámara de Disciplina
«Sí, varios de mis vecinos la han visto. Se comporta de forma más extrema últimamente. La llaman hasta «Carnicera de criminales»... Pero nunca mata a nadie, ¿no? Vamos, que no me lo creo. Después de todo, se enfrenta a lo peor de lo peor. No creo que nadie pueda contenerse cuando su vida está en juego. A menos que sea mucho más fuerte que esos criminales. Pero eso no parece posible, ¿no?»
— El Lawson (hombre, 42 años), Pueblo de Egla. La llamativa «Masacre de Peluches» fue interrumpida por esta misteriosa figura mientras intentaban atacar a un Peluche Eco. Como los residentes de Egla evitan estrictamente salir después del anochecer, nadie pudo ver claramente su rostro.
«He estado siguiendo a la vengadora enviada por el Centinela. ¿Que por qué creo que está conectada con el Centinela, dices? ¿No has oído hablar de las «Llamas de castigo» que emanan de su cuerpo? Esas llamas santas y virtuosas deben ser las bendiciones del Centinela. Cuanto más malvado es su objetivo, más intensas son. Hay quien la llama demonio. Oh, pero eso es absurdo... ¿Qué clase de demonio lucha por la justicia?».
— Rhea (Mujer, 33 años), acólita de la Cámara de Disciplina. Participó en una investigación sobre esta misteriosa figura hace varios años.
«Estaba trabajando hasta tarde esa noche. Cuando pasé por la puerta de la Cámara de Disciplina, vi a Talos, la de los Calleoscura, atada junto a su banda, todos inconscientes. Y no sé si fue mi imaginación, pero me pareció ver, entre la tenue luz del amanecer, a alguien en cuclillas, en el tejado frente a la Cámara. Parpadeé y desapareció. Recuerdo verla cubierta de heridas, como si acabara de librar una batalla infernal. ¿Sería posible que ella derrotase a Talos y toda su banda sola?»
— Grabación de audio archivada de hace años. Locutor desconocido.
La mayoría de los casos ocurrieron hace años, y los testimonios de los testigos oculares suelen ser contradictorios y faltos de detalles. Sin embargo, algo queda claro: la Segunda Marea Oscura y el incidente del Carnevale de hace una década infligieron graves daños a Raguna. Durante el caos que sobrevino la ciudad, surgió una figura misteriosa, oculta bajo el manto de la noche, que castigaba a los malhechores. En aquellos días oscuros, muchos que habían perdido la fe formaron bandas criminales. No fue hasta que esta misteriosa mujer comenzó a cazarlos uno por uno, entregándolos a prisión, que finalmente se restauró el orden en Raguna.
Poca gente está dispuesta a hablar sobre esos dolorosos años. Al igual que con las tradiciones del Carnevale, la gente de Raguna cree que el Imperator desea que abracen la alegría en lugar de recrearse en las cicatrices del pasado. Como resultado, los registros de esta figura misteriosa, llamada «Resplandor Nocturno», se desvanecen en una leyenda distante. Sin embargo, durante el reciente Carnevale, los rumores volvieron, ya que alguien afirmó haberla visto vagando por las calles.
Para Raguna, ¿será un presagio de otra crisis? ¿O simplemente un imitador enloquecido de un héroe del pasado? Solo el tiempo lo dirá.
«¡Justo cuando el grito se me atascó en la garganta, esa silueta pasó volando sobre mi cabeza! Él, no, no, ella. Sí, creo que era una mujer. Se movía rápido, y en la oscuridad de la noche, es difícil ver con claridad. Pero juro que tenía algo en su cabeza, como unas horquillas extrañas. ¿O quizás era su pelo ondeando al viento? No lo sé».
— Sabrina (mujer, 36 años), una de las testigos conocidas.
«Los hermanos de la Cámara de Disciplina finalmente llegaron a un consenso y declararon a esa forajida como una Virtuosa. ¡Me opuse rotundamente a su dictamen entonces, y me opongo ahora! ¡Esa forajida es responsable de docenas de agresiones en Raguna! Sí, sí, sé que los agredidos eran criminales, ¡pero deberían haber sido arrestados por la Cámara de Disciplina en nombre del Imperator y sentenciados bajo la mirada solemne del Centinela, no por una pendenciera impartiendo justicia callejera! ¡Esto es todo un desafío descarado a la autoridad del Centinela! ¡Aquí en Raguna, solo el Centinela tiene derecho a juzgar a los culpables!»
— Acólito anónimo de la Cámara de Disciplina
«Sí, varios de mis vecinos la han visto. Se comporta de forma más extrema últimamente. La llaman hasta «Carnicera de criminales»... Pero nunca mata a nadie, ¿no? Vamos, que no me lo creo. Después de todo, se enfrenta a lo peor de lo peor. No creo que nadie pueda contenerse cuando su vida está en juego. A menos que sea mucho más fuerte que esos criminales. Pero eso no parece posible, ¿no?»
— El Lawson (hombre, 42 años), Pueblo de Egla. La llamativa «Masacre de Peluches» fue interrumpida por esta misteriosa figura mientras intentaban atacar a un Peluche Eco. Como los residentes de Egla evitan estrictamente salir después del anochecer, nadie pudo ver claramente su rostro.
«He estado siguiendo a la vengadora enviada por el Centinela. ¿Que por qué creo que está conectada con el Centinela, dices? ¿No has oído hablar de las «Llamas de castigo» que emanan de su cuerpo? Esas llamas santas y virtuosas deben ser las bendiciones del Centinela. Cuanto más malvado es su objetivo, más intensas son. Hay quien la llama demonio. Oh, pero eso es absurdo... ¿Qué clase de demonio lucha por la justicia?».
— Rhea (Mujer, 33 años), acólita de la Cámara de Disciplina. Participó en una investigación sobre esta misteriosa figura hace varios años.
«Estaba trabajando hasta tarde esa noche. Cuando pasé por la puerta de la Cámara de Disciplina, vi a Talos, la de los Calleoscura, atada junto a su banda, todos inconscientes. Y no sé si fue mi imaginación, pero me pareció ver, entre la tenue luz del amanecer, a alguien en cuclillas, en el tejado frente a la Cámara. Parpadeé y desapareció. Recuerdo verla cubierta de heridas, como si acabara de librar una batalla infernal. ¿Sería posible que ella derrotase a Talos y toda su banda sola?»
— Grabación de audio archivada de hace años. Locutor desconocido.
La mayoría de los casos ocurrieron hace años, y los testimonios de los testigos oculares suelen ser contradictorios y faltos de detalles. Sin embargo, algo queda claro: la Segunda Marea Oscura y el incidente del Carnevale de hace una década infligieron graves daños a Raguna. Durante el caos que sobrevino la ciudad, surgió una figura misteriosa, oculta bajo el manto de la noche, que castigaba a los malhechores. En aquellos días oscuros, muchos que habían perdido la fe formaron bandas criminales. No fue hasta que esta misteriosa mujer comenzó a cazarlos uno por uno, entregándolos a prisión, que finalmente se restauró el orden en Raguna.
Poca gente está dispuesta a hablar sobre esos dolorosos años. Al igual que con las tradiciones del Carnevale, la gente de Raguna cree que el Imperator desea que abracen la alegría en lugar de recrearse en las cicatrices del pasado. Como resultado, los registros de esta figura misteriosa, llamada «Resplandor Nocturno», se desvanecen en una leyenda distante. Sin embargo, durante el reciente Carnevale, los rumores volvieron, ya que alguien afirmó haberla visto vagando por las calles.
Para Raguna, ¿será un presagio de otra crisis? ¿O simplemente un imitador enloquecido de un héroe del pasado? Solo el tiempo lo dirá.
Empleada del mes
«Sí, la familia Figaro afirma que liquidaron el pago hace tres días. ¿Su «respetado» garante? Se esfumó. Ahora intentan convertir estas pruebas endebles en un error contable nuestro». Zani se encogió de hombros, con tono tranquilo y casual, como si estuviera charlando con Espadácoro en el jardín. «Sí. Está claro que intentan estafarnos. Un viejo truco típico de pescadores raguneses. No te preocupes, yo «negociaré» con ellos. Perfecto, asunto resuelto. Ciao».
Zani colgó la llamada y salió de la oficina con el libro de cuentas bajo el brazo. Al salir, sus compañeros comenzaron a susurrar. No dudaban en absoluto de sus habilidades. Todos sabían perfectamente cómo acabaría esto. Un asunto menor como este no saldría en la portada del periódico. Como mucho, quedaría relegado a una esquina inferior de alguna columna, junto a anuncios de objetos perdidos y publicidad barata. Los periódicos ciertamente no mencionarían a Zani, ni a la familia Montelli. Quizás habría un breve reportaje sobre alguno de los miembros de los Figaro, magullados por un andamio caído cerca de la torre del reloj, o sobre cómo su patriarca financió generosamente una partida de arte para su leal socio comercial, la familia Montelli.
¿Podría ser Zani la mejor empleada del banco? Sin duda alguna.
Su destacado desempeño laboral solía despertar cierto interés entre los nuevos empleados. Trabajaba hasta altas horas de la noche todos los días, llegando al trabajo exhausta, con ojeras bajo los ojos. Además, se encargaba del trabajo de campo más peligroso, pero no fallaba nunca ni una sola misión. Los empleados más antiguos hablaban de ella con un tono casi reverencial, como si se tratará de una divinidad omnipotente. Se decía que, si le asignaran atrapar a Cetus el Rompemareas con un fideo por cebo, regresaría puntualmente a la mañana siguiente, cargando con la ballena como quien reparte pizza a domicilio.
¿Cómo era tan hábil? Nadie lo sabía.
Algunos novatos se afanaron en imitarla para descubrir el secreto de su excelencia. Observaron que nunca le faltaba una bebida energética y asumieron que esa era la fuente de su resistencia sobrehumana, como ese marinero de los cómics que comía hongo heliobano para hacer crecer sus músculos. Así que bebían a grandes tragos estas bebidas energéticas, convencidos de que les darían energía durante la noche y les ayudaría a completar proyectos legendarios, igual que Zani. Sin embargo, caían rendidos sobre sus escritorios, doloridos por dormir en sus sillas, solo para que sus supervisores los regañaran al día siguiente debido a su bajo rendimiento.
¿En qué pensaba ella? Nadie lo sabía.
Los empleados más veteranos apenas recordaban a la Zani que se incorporó al banco por primera vez. Una joven silenciosa y distante, algo imprudente y demasiado cómoda con la violencia. Pero en dos meses, dominaba todos los procedimientos, y en otros dos, estaba a la par de los mejores empleados del banco. En su tercer año, la insignia de «Empleada del mes» no era más que una baratija que recibía junto a su salario.
Pero, ¿qué la impulsaba a exigirse tanto? Las respuestas variaban. Algunos creían que tenía un profundo amor por Raguna y sentía que su deber era proteger la ciudad. Otros pensaban que ambicionaba ganarse el apellido Montelli e incluso codiciaba la posición de cabeza de familia. Aun así, algunos sospechaban que los Montelli le pagaban una suma considerable más allá de su salario estándar por el interés de vincularla a ellos.
Si alguien le preguntara a la propia Zani, ella simplemente parpadeaba, imperturbable.
«Qué gracia, si soy solo una empleada más. Aunque si crees que mi departamento paga tan bien, ¿por qué no pides el traslado? Así me quitas algo de faena. No te preocupes, que seguro que no infringes ninguna cláusula de no competencia».
Zani colgó la llamada y salió de la oficina con el libro de cuentas bajo el brazo. Al salir, sus compañeros comenzaron a susurrar. No dudaban en absoluto de sus habilidades. Todos sabían perfectamente cómo acabaría esto. Un asunto menor como este no saldría en la portada del periódico. Como mucho, quedaría relegado a una esquina inferior de alguna columna, junto a anuncios de objetos perdidos y publicidad barata. Los periódicos ciertamente no mencionarían a Zani, ni a la familia Montelli. Quizás habría un breve reportaje sobre alguno de los miembros de los Figaro, magullados por un andamio caído cerca de la torre del reloj, o sobre cómo su patriarca financió generosamente una partida de arte para su leal socio comercial, la familia Montelli.
¿Podría ser Zani la mejor empleada del banco? Sin duda alguna.
Su destacado desempeño laboral solía despertar cierto interés entre los nuevos empleados. Trabajaba hasta altas horas de la noche todos los días, llegando al trabajo exhausta, con ojeras bajo los ojos. Además, se encargaba del trabajo de campo más peligroso, pero no fallaba nunca ni una sola misión. Los empleados más antiguos hablaban de ella con un tono casi reverencial, como si se tratará de una divinidad omnipotente. Se decía que, si le asignaran atrapar a Cetus el Rompemareas con un fideo por cebo, regresaría puntualmente a la mañana siguiente, cargando con la ballena como quien reparte pizza a domicilio.
¿Cómo era tan hábil? Nadie lo sabía.
Algunos novatos se afanaron en imitarla para descubrir el secreto de su excelencia. Observaron que nunca le faltaba una bebida energética y asumieron que esa era la fuente de su resistencia sobrehumana, como ese marinero de los cómics que comía hongo heliobano para hacer crecer sus músculos. Así que bebían a grandes tragos estas bebidas energéticas, convencidos de que les darían energía durante la noche y les ayudaría a completar proyectos legendarios, igual que Zani. Sin embargo, caían rendidos sobre sus escritorios, doloridos por dormir en sus sillas, solo para que sus supervisores los regañaran al día siguiente debido a su bajo rendimiento.
¿En qué pensaba ella? Nadie lo sabía.
Los empleados más veteranos apenas recordaban a la Zani que se incorporó al banco por primera vez. Una joven silenciosa y distante, algo imprudente y demasiado cómoda con la violencia. Pero en dos meses, dominaba todos los procedimientos, y en otros dos, estaba a la par de los mejores empleados del banco. En su tercer año, la insignia de «Empleada del mes» no era más que una baratija que recibía junto a su salario.
Pero, ¿qué la impulsaba a exigirse tanto? Las respuestas variaban. Algunos creían que tenía un profundo amor por Raguna y sentía que su deber era proteger la ciudad. Otros pensaban que ambicionaba ganarse el apellido Montelli e incluso codiciaba la posición de cabeza de familia. Aun así, algunos sospechaban que los Montelli le pagaban una suma considerable más allá de su salario estándar por el interés de vincularla a ellos.
Si alguien le preguntara a la propia Zani, ella simplemente parpadeaba, imperturbable.
«Qué gracia, si soy solo una empleada más. Aunque si crees que mi departamento paga tan bien, ¿por qué no pides el traslado? Así me quitas algo de faena. No te preocupes, que seguro que no infringes ninguna cláusula de no competencia».
Caminante solitaria en la noche
...Aún puedo llegar a tiempo.
Mientras Zani se desliza por callejones sombríos, el dolor agudo en su hombro es un claro recordatorio de su último encuentro. Aquel bruto, cuyos puños eran casi tan gruesos como su cuello, casi acaba con ella. Había pensado dejarlo inconsciente antes de que pudiera reaccionar, pero él fue más rápido de lo que anticipó. Por suerte, sus reflejos eran más agudos; de lo contrario, ese cuchillo no habría dejado un profundo corte en su hombro, ya que iba directo a su corazón.
A ver, tampoco era su primera herida. Ya ni contaba las lesiones acumuladas en los últimos meses combatiendo el crimen. Al fin y al cabo, todas sanaban. Además, quienes las causaban acababan mucho peor que ella.
Su estrategia era simple: dar un buen escarmiento a esos criminales sin que jamás conocieran su identidad, y luego desaparecer antes de que los «recuperadores» llegaran a limpiar el desastre. No era heroísmo, simplemente no era lo bastante tonta como para ponerse una diana en la espalda y arriesgarse a ser expulsada de Raguna, escondiéndose en algún pueblo miserable sin las bendiciones de las pizzas y el Nectarvino.
Ser nadie era lo más seguro. Alguien intrascendente. Alguien que no se percibiera como una amenaza.
Los objetivos de esta noche eran unos secuestradores. Los había estado siguiendo durante días, y su líder, el tipo duro de antes, no era solo músculo, sino un astuto resonador. Pero había cometido un error fatal al alejarse solo, dándole la oportunidad perfecta para atacar. Ahora, todo lo que tenía que hacer era acabar con el resto antes de que se dieran cuenta de que su jefe había desaparecido.
Aprieta el agarre de sus puños americanos, relajando las muñecas.
«El jefe volverá pronto, ¿no? La casa de esa niña no está tan lejos», bosteza un hombre larguirucho, mirando a la pequeña acurrucada en la esquina de una jaula de madera, abrazando una muñeca. Levanta la barbilla hacia ella.
«Entonces, ¿qué haremos después de conseguir el dinero? ¿La dejaremos marchar?».
«Nos ha visto», suspira el hombre más bajo. «Si la dejamos ir, podría cazarnos esa... ¿Cómo era? ¿Resplandor nosequé?»
«Resplandor Nocturno», corrige el larguirucho. «Entiendo la preocupación del jefe, pero un trato es un trato. Si tomamos el dinero, dejamos ir a la niña. Matarla sería exagerado».
«En nombre de Imperator, durante mucho tiempo no había reglas en Raguna», murmura el más bajo, instaurándose un sombrío silencio entre ellos. El larguirucho mira a la niña en la jaula, pero rápidamente aparta la mirada, como si le quemara por dentro.
«...Necesito tomar aire fresco».
El larguirucho se levanta, irritado, y abre la puerta de su escondite. El aire frío le provoca un escalofrío en la espalda, pero no dura mucho. Antes de poder reaccionar, un objeto metálico y frío se estrella contra su mandíbula, y la oscuridad lo engulle por completo.
«¿Pero quién demonios eres tú?»
El bajito se abalanza sobre el arma al otro lado de la mesa. Y casi la alcanza, pero la intrusa es más rápida. Sus dedos rozan la empuñadura del arma, y pierde la consciencia. Eso es todo.
«Lo logré», piensa Zani, suspirando aliviada. La herida de su hombro se ha vuelto a abrir, pero ha valido la pena.
De un solo puñetazo, destroza el candado de la jaula de madera, le quita el abrigo al hombre más alto y cubre a la niña temblorosa. Había enviado una carta anónima a la Cámara de Disciplina de camino a aquí. Si todo salía bien, los Recuperadores llegarían pronto. Era hora de marcharse.
«Per-perdona...»
Zani se gira al oír la voz y ve a la niña detrás de ella, titubeante. Reuniendo todo su valor, la pequeña le ofrece su más preciado juguete.
«Esto... ¡esto es para ti! ¡Gracias por salvarme!»
«No hace falta. No lo hago para que me lo agradezcas».
Sin embargo, Zani contiene sus palabras antes de pronunciarlas. Se agacha, encontrándose con los ojos grandes y temerosos de la niña; ojos inocentes, ojos en que se ve a sí misma, su yo del pasado. La Zani solitaria. La Zani indefensa. La Zani que no podía hacer nada.
Así que sonríe y extiende su mano, revolviendo el cabello de la niña antes de tomar la muñeca de sus manos.
«Gracias» dice suavemente. «La cuidaré muy bien».
Mientras Zani se desliza por callejones sombríos, el dolor agudo en su hombro es un claro recordatorio de su último encuentro. Aquel bruto, cuyos puños eran casi tan gruesos como su cuello, casi acaba con ella. Había pensado dejarlo inconsciente antes de que pudiera reaccionar, pero él fue más rápido de lo que anticipó. Por suerte, sus reflejos eran más agudos; de lo contrario, ese cuchillo no habría dejado un profundo corte en su hombro, ya que iba directo a su corazón.
A ver, tampoco era su primera herida. Ya ni contaba las lesiones acumuladas en los últimos meses combatiendo el crimen. Al fin y al cabo, todas sanaban. Además, quienes las causaban acababan mucho peor que ella.
Su estrategia era simple: dar un buen escarmiento a esos criminales sin que jamás conocieran su identidad, y luego desaparecer antes de que los «recuperadores» llegaran a limpiar el desastre. No era heroísmo, simplemente no era lo bastante tonta como para ponerse una diana en la espalda y arriesgarse a ser expulsada de Raguna, escondiéndose en algún pueblo miserable sin las bendiciones de las pizzas y el Nectarvino.
Ser nadie era lo más seguro. Alguien intrascendente. Alguien que no se percibiera como una amenaza.
Los objetivos de esta noche eran unos secuestradores. Los había estado siguiendo durante días, y su líder, el tipo duro de antes, no era solo músculo, sino un astuto resonador. Pero había cometido un error fatal al alejarse solo, dándole la oportunidad perfecta para atacar. Ahora, todo lo que tenía que hacer era acabar con el resto antes de que se dieran cuenta de que su jefe había desaparecido.
Aprieta el agarre de sus puños americanos, relajando las muñecas.
«El jefe volverá pronto, ¿no? La casa de esa niña no está tan lejos», bosteza un hombre larguirucho, mirando a la pequeña acurrucada en la esquina de una jaula de madera, abrazando una muñeca. Levanta la barbilla hacia ella.
«Entonces, ¿qué haremos después de conseguir el dinero? ¿La dejaremos marchar?».
«Nos ha visto», suspira el hombre más bajo. «Si la dejamos ir, podría cazarnos esa... ¿Cómo era? ¿Resplandor nosequé?»
«Resplandor Nocturno», corrige el larguirucho. «Entiendo la preocupación del jefe, pero un trato es un trato. Si tomamos el dinero, dejamos ir a la niña. Matarla sería exagerado».
«En nombre de Imperator, durante mucho tiempo no había reglas en Raguna», murmura el más bajo, instaurándose un sombrío silencio entre ellos. El larguirucho mira a la niña en la jaula, pero rápidamente aparta la mirada, como si le quemara por dentro.
«...Necesito tomar aire fresco».
El larguirucho se levanta, irritado, y abre la puerta de su escondite. El aire frío le provoca un escalofrío en la espalda, pero no dura mucho. Antes de poder reaccionar, un objeto metálico y frío se estrella contra su mandíbula, y la oscuridad lo engulle por completo.
«¿Pero quién demonios eres tú?»
El bajito se abalanza sobre el arma al otro lado de la mesa. Y casi la alcanza, pero la intrusa es más rápida. Sus dedos rozan la empuñadura del arma, y pierde la consciencia. Eso es todo.
«Lo logré», piensa Zani, suspirando aliviada. La herida de su hombro se ha vuelto a abrir, pero ha valido la pena.
De un solo puñetazo, destroza el candado de la jaula de madera, le quita el abrigo al hombre más alto y cubre a la niña temblorosa. Había enviado una carta anónima a la Cámara de Disciplina de camino a aquí. Si todo salía bien, los Recuperadores llegarían pronto. Era hora de marcharse.
«Per-perdona...»
Zani se gira al oír la voz y ve a la niña detrás de ella, titubeante. Reuniendo todo su valor, la pequeña le ofrece su más preciado juguete.
«Esto... ¡esto es para ti! ¡Gracias por salvarme!»
«No hace falta. No lo hago para que me lo agradezcas».
Sin embargo, Zani contiene sus palabras antes de pronunciarlas. Se agacha, encontrándose con los ojos grandes y temerosos de la niña; ojos inocentes, ojos en que se ve a sí misma, su yo del pasado. La Zani solitaria. La Zani indefensa. La Zani que no podía hacer nada.
Así que sonríe y extiende su mano, revolviendo el cabello de la niña antes de tomar la muñeca de sus manos.
«Gracias» dice suavemente. «La cuidaré muy bien».
Víspera del Carnevale
Quizás Zani lo había soñado o quizás no. Si había sido un sueño, poco tardaría en desvanecerse. Abre los ojos y apaga el despertador, que sigue sonando junto a su cama.
La luz matinal se filtra por las ventanas, delineando los bordes de la alfombra con un suave resplandor dorado. Toma un minuto para despertarse completamente y, con ello, el último fragmento del sueño se disuelve en la nada.
Qué más da. Seguramente no era un buen sueño de todos modos.
Tanto trabajo había hecho sus sueños insignificantes e incompletos. Incluso cuando disfrutaba de una noche tranquila, acababa pasándola repasando mentalmente los informes pendientes del día. No había manera de escapar de la presión de la vida real. ¿Por qué esperaría soñar, como uno más?
«Bueno, ya basta de tonterías. Tengo trabajo importante que atender». Zani se da unas palmadas en las mejillas para espabilar. Sabe que debía gestionar bien esta tarea para asegurarse esas vacaciones pagadas que le ha prometido su supervisor.
Frente al espejo, se arregla meticulosamente el traje, ajustando su corbata hasta la perfección. No sabe mucho sobre {Male=ese misterioso invitado;Female=esa misteriosa invitada}. Solo le han dicho que tiene un Eco muy especial, y que la familia le había proporcionado una buena suma de fondos.
Por alguna razón, le da la sensación de que hay más de lo que parece. Quizás la inquietud persistente de ese extraño sueño ha confundido su mente, pero no puede quitarse el presentimiento de que lo que hagan en los próximos días decidirá el destino de muchos en Raguna.
«Bah, vamos. Solo soy una simple trabajadora». Tan normal que, si una valla publicitaria cayera en el Barrio Montelli, mataría a una docena como ella. Zani toma su capa del perchero y la coloca sobre sus hombros, como todas las mañanas.
Bosteza. Menos mal que nadie la mira.
Hoy no tiene demasiadas tareas asignadas. El Sr. Alberto le ha dicho que podría irse una vez ayudara a {Male=ese distinguido invitado;Female=esa distinguida invitada} de negro a completar sus asuntos en el banco. Después, su única responsabilidad sería la de ejercer de guardaespaldas y guía hasta que concluyera el Carnevale. Parecía fácil.
«Solo debo hacer mi trabajo y todo irá bien». Zani respira hondo. Por alguna razón, está inesperadamente nerviosa y su cola se mueve involuntariamente detrás de ella.
«Si llega a la hora de almorzar, puedo sugerirle ir a la Trattoria Margherita, para que pruebe las especialidades de Raguna. Y si no le apetece, recurriré al plan B». Zani repasa rápidamente su itinerario mentalmente. «Podemos comer en la Panadería Bratta y disfrutar de una tarde relajante en Borgo Cantabrisa...». Repasa el programa una y otra vez y se relaja al constatar que tenía todo controlado.
Una pequeña sonrisa sale de sus labios. Allí, a través de la puerta del banco, divisa a su {Male=distinguido invitado;Female=distinguida invitada}. {Male=Vestido;Female=Vestida} de negro y con unos deslumbrantes ojos dorados. Justo como le habían dicho.
«Le estábamos esperando, {PlayerName}. {Male=Bienvenido;Female=Bienvenida} al Banco Averardo».
La luz matinal se filtra por las ventanas, delineando los bordes de la alfombra con un suave resplandor dorado. Toma un minuto para despertarse completamente y, con ello, el último fragmento del sueño se disuelve en la nada.
Qué más da. Seguramente no era un buen sueño de todos modos.
Tanto trabajo había hecho sus sueños insignificantes e incompletos. Incluso cuando disfrutaba de una noche tranquila, acababa pasándola repasando mentalmente los informes pendientes del día. No había manera de escapar de la presión de la vida real. ¿Por qué esperaría soñar, como uno más?
«Bueno, ya basta de tonterías. Tengo trabajo importante que atender». Zani se da unas palmadas en las mejillas para espabilar. Sabe que debía gestionar bien esta tarea para asegurarse esas vacaciones pagadas que le ha prometido su supervisor.
Frente al espejo, se arregla meticulosamente el traje, ajustando su corbata hasta la perfección. No sabe mucho sobre {Male=ese misterioso invitado;Female=esa misteriosa invitada}. Solo le han dicho que tiene un Eco muy especial, y que la familia le había proporcionado una buena suma de fondos.
Por alguna razón, le da la sensación de que hay más de lo que parece. Quizás la inquietud persistente de ese extraño sueño ha confundido su mente, pero no puede quitarse el presentimiento de que lo que hagan en los próximos días decidirá el destino de muchos en Raguna.
«Bah, vamos. Solo soy una simple trabajadora». Tan normal que, si una valla publicitaria cayera en el Barrio Montelli, mataría a una docena como ella. Zani toma su capa del perchero y la coloca sobre sus hombros, como todas las mañanas.
Bosteza. Menos mal que nadie la mira.
Hoy no tiene demasiadas tareas asignadas. El Sr. Alberto le ha dicho que podría irse una vez ayudara a {Male=ese distinguido invitado;Female=esa distinguida invitada} de negro a completar sus asuntos en el banco. Después, su única responsabilidad sería la de ejercer de guardaespaldas y guía hasta que concluyera el Carnevale. Parecía fácil.
«Solo debo hacer mi trabajo y todo irá bien». Zani respira hondo. Por alguna razón, está inesperadamente nerviosa y su cola se mueve involuntariamente detrás de ella.
«Si llega a la hora de almorzar, puedo sugerirle ir a la Trattoria Margherita, para que pruebe las especialidades de Raguna. Y si no le apetece, recurriré al plan B». Zani repasa rápidamente su itinerario mentalmente. «Podemos comer en la Panadería Bratta y disfrutar de una tarde relajante en Borgo Cantabrisa...». Repasa el programa una y otra vez y se relaja al constatar que tenía todo controlado.
Una pequeña sonrisa sale de sus labios. Allí, a través de la puerta del banco, divisa a su {Male=distinguido invitado;Female=distinguida invitada}. {Male=Vestido;Female=Vestida} de negro y con unos deslumbrantes ojos dorados. Justo como le habían dicho.
«Le estábamos esperando, {PlayerName}. {Male=Bienvenido;Female=Bienvenida} al Banco Averardo».
Líneas de Voz de Zani
Pensamientos: I
Entonces, {PlayerName}, ¿te gustó cómo me encargué de tu recepción antes del Carnevale? Seguramente te estarás preguntando por qué te lo pregunto ahora. Resulta que conseguir reseñas también forma parte de mi trabajo, y siendo tú una persona importante para la familia Montelli, tu opinión tiene un valor muy especial para mí.
Pensamientos: II
Para cualquier empleado de la familia Montelli, la apariencia lo es todo. No importa lo que se complique el día: siempre tienes que estar impecable. El Manual del Empleado dice así: «Una vestimenta impecable y respetar la etiqueta otorgan ventaja en las negociaciones».
Pensamientos: III
No odio el trabajo ni las horas extra... siempre que tengan un propósito. Si tengo que estar sentada en un escritorio sin hacer nada o perder el tiempo en tareas triviales... lo que gano no es un salario, es una compensación por el trozo de mi alma que me han quitado.
Pensamientos: IV
Tienes aspecto de {Male=cansado;Female=cansada}, {PlayerName}. Sé que estás soportando cargas pesadas, pero te sugiero que descanses siempre que puedas. No querrás terminar como yo... En cuanto hice mis primeras horas extra, pronto estaba trabajando todo el día. Créeme, salvar el mundo puede esperar.
Pensamientos: V
Llegué a pensar que la vida no era más que vivir el mismo día una y otra vez, superando trivialidades y corriendo en círculos hasta que las alegrías se desvanecieron. Pero cuando ya me había acostumbrado a esta forma de vivir, apareciste tú y trajiste una explosión de color a mi vida, como el mismísimo Carnevale.
El pasatiempo de Zani
¡Me encanta mi trabajo! De verdad. No es broma. ¿Estaba sonriendo? ¿No? Pues ya te haces a la idea.
El problema de Sanhua
La eficiencia en el trabajo lo es todo. La clave es dar en el clavo, valga la redundancia, pero hay quien desperdicia mucho tiempo en detalles sin importancia, priorizando el cómo antes que el qué. Una pena, realmente. Así no se hacen las cosas, solo se complican aún más.
Comida favorita
Mi restaurante favorito es la Trattoria Margherita. Nada apacigua mi hambre y mi alma tanto como una pizza recién horneada por la signora Margherita tras un largo día de trabajo.
Comida que no le gusta
Los empleados de la familia Montelli toman espressos para mantenerse despiertos. Café solo, sin azúcar ni leche. Pero el trabajo ya es bastante duro... mejor darse un capricho dulce.
Ideales
Crecí en Raguna y conozco cada rincón de esta ciudad como la palma de mi mano. La brisa de un mar que te saluda, la bulliciosa plaza llena de caras conocidas, los nuevos productos de los escaparates, el aroma de la comida del Margherita... Ojalá esta vida tranquila nunca termine. Espero que todos encuentren su lugar. Para mí eso sería suficiente.
Chat: I
¿Eh? ¿Que por qué es tan grande este reloj de bolsillo? Porque en realidad es un despertador. Uno de mis primeros días trabajando para los Montelli, casi provoqué una catástrofe por llegar tarde. Desde entonces, llevo este despertador conmigo a todas partes y nunca más he vuelto a llegar tarde.
Chat: II
¿Mi pasado? Nada que valga la pena mencionar, realmente. Ficho la entrada, hago mi trabajo, ficho la salida. Al día siguiente, lo mismo. De vez en cuando, pongo en evidencia a algún que otro alborotador. ¿Esperabas la historia de una heroína de cuello blanco que resuelve los problemas? Pues me temo que has leído demasiados cómics.
Acerca de Carlotta
¿La señorita Carlotta? Su visión nunca se ha limitado a Raguna, ni siquiera a Rinascita; va más allá y mira al mundo que se extiende a través de los mares. No sé qué tipo de futuro es el que ve, pero la apoyaré hasta el día en que su visión se haga realidad.
Acerca de Phoebe
Para mí, el destino de Raguna no depende del Centinela, sino de las voluntades de sus gentes. Muchos acólitos dirían que eso es una herejía, pero Phoebe no. Eso es lo que la hace única. Ella no desdeña las creencias o los esfuerzos de los demás solo porque no coincidan con los suyos.
Acerca de Cantarella
La familia Fisalia siempre se ha aferrado a las tradiciones de Raguna, resistiéndose obstinadamente al cambio. Pero la signorina Cantarella, su actual jefa, no es tan tradicional como la gente piensa. Como empleada, no puedo influir en la relación que existe entre los Montelli y los Fisalia... pero personalmente, no me importaría trabajar con ella.
Acerca de Brant
Brant es un actor hábil, un capitán respetado y un luchador dispuesto a sacrificarlo todo por la verdad y la justicia, pero lo que más envidio de él es que nunca le veo agobiado por montañas de papeleo. Si se me diera bien actuar, dejaría este trabajo, me uniría a la y viviría una vida despreocupada como la suya... En fin, no pasa nada. Al menos me motiva a seguir adelante.
Acerca de Ciaccona
He visto a Ciaccona actuar varias veces fuera de la ciudad. A menudo canta sobre el antiguo folclore de Rinascita. Una vez le pregunté si creía que la era de los héroes de la que hablaba en sus poemas había terminado; si habían abandonado ya el escenario de la historia. Me dijo que, mientras haya sufrimiento, siempre surgirán nuevos heraldos para el pueblo.
Deseos de cumpleaños
Hoy es tu cumpleaños, ¿no, {PlayerName}? La tradición ragunesa manda dejar el trabajo para mañana y celebrar una gran fiesta con todos tus amigos. ¡Prohibido marcharse antes de la medianoche! No te preocupes, ya lo he preparado todo en el Palazzo Agrotta. Hoy, mi trabajo es asegurarme de que te diviertas al máximo.
Inactivo: I
Bien, ¿dónde vamos ahora?
Inactivo: II
*Sonido de esfuerzo*
Inactivo: III
Hora de volver al trabajo.
Autopresentación
Soy Zani. Trabajo para la familia Montelli. ¿Eh? No, no es sombra de ojos, sino la prueba de mi arduo trabajo, una medalla de honor por mi dedicación. ¡Ja! Si sigo diciendo eso, al final me lo creeré hasta yo.
Saludo
Muy bien, ¿qué es la primera cosa de tu lista para hoy?
Unirse al equipo: I
Estás en buenas manos.
Unirse al equipo: II
No temas. Estoy de guardia a todas horas.
Unirse al equipo: III
¿Eso es el despertador? Muy bien, hora de trabajar.
Ascensión: I
Como dicen los Montelli: «Una espada solo se mantiene afilada si se pasa por la piedra regularmente». Es necesario hacer ejercicio, aunque solo trabajes.
Ascensión: II
¿Eh? ¿Me he vuelto más… productiva? ¿Y ahora cómo escurro el bulto?
Ascensión: III
Qué luces tan radiantes... que caigan sobre las sombras y no dejen oscuridad donde esconderse.
Ascensión: IV
Ah, cuánto poder... Perfecto. Ahora puedo ser el escudo que proteja a más personas.
Ascensión: V
Las palabras no pueden expresar todo lo que has hecho por mí. Ahora soy yo quien luchará por ti. ¿Necesitas una espada irrompible o un escudo inquebrantable?
Ataque básico: I
¿Eso es todo lo que tienes?
Ataque básico: II
Apenas estoy calentando.
Ataque cargado: I
Me estaba conteniendo.
Ataque cargado: II
Patético.
Ataque cargado: III
Apenas estoy calentando.
Habilidad de resonancia: I
¡Ven a por mí!
Habilidad de resonancia: II
¡A ver qué puedes hacer!
Habilidad de resonancia: III
Ni un rasguño.
Habilidad de resonancia: IV
¿Eso es todo?
Habilidad de resonancia: V
Justo a tiempo.
Habilidad de resonancia: VI
¡Toma esto!
Habilidad de resonancia: VII
*Tch*, tú lo has querido.
Habilidad de resonancia: VIII
¡Fuera... de mi camino!
Habilidad de resonancia: IX
Solo eres polvo.
Liberación de resonancia: I
No tengo todo el día.
Liberación de resonancia: II
Tengo un minuto para partir algunas caras.
Liberación de resonancia: III
Todos a la vez. No hago horas extra.
Liberación de resonancia: IV
Rayos, ahora tendré que hacer un informe.
Liberación de resonancia: V
Caso cerrado.
Liberación de resonancia: VI
Qué pérdida de tiempo.
Habilidad Intro: I
Sin competencia.
Habilidad Intro: II
¡Tiembla!
Habilidad Intro: III
¿Eh? ¿Horas extra?
Golpe: I
Ugh. Vaya descuido...
Golpe: II
¿No lo bloqueé...?
Golpe: III
Te devolveré diez veces el favor.
Herido: I
Mi escudo puede soportar más que eso.
Herido: II
Solo es... un rasguño.
Herido: III
Ahora es algo personal.
Derrotado: I
No... aún tengo trabajo que hacer...
Derrotado: II
Imposible...
Derrotado: III
Se hará... justicia...
Invocación de Eco
Todo tuyo.
Transformación de Eco
Estoy fuera, es tu turno.
Enemigos acercan
Vale. Supongo que viene con el trabajo.
Planeador
Un viento perfecto para planear.
Sensor
Mmmh... Te tengo.
Esprintar
Eficiencia ante todo.
Cofre de suministros: I
¿Una propina? No diría que no.
Cofre de suministros: II
Beneficios inesperados.
Cofre de suministros: III
Lo tomaré como un incentivo.