En la Era del Ámbar 2104, Fomenko, una copista de los Candelógrafos, se hizo con un loro mudo. Lo cuidó con esmero, pero aun así, vivió menos de diez años. Para conmemorar a este compañero silencioso, Fomenko convirtió las diez plumas más externas del ala del loro en plumas para escribir. Una la usaba ella misma, y las otras nueve las guardó en una cámara. Con esta pluma llevó a cabo la transcripción completa de una Era del Ámbar, preservando una gran cantidad de antiguos documentos al borde de la extinción. En su funeral, sus colegas y estudiantes lloraron desconsoladamente, ya que "una luz que iluminaba el pasado del cosmos se había apagado". Cuando se revisó la herencia de Fomenko, finalmente se descubrió que con esa pluma no había escrito nada más que mentiras. "Desde los albores de la historia de la humanidad, las aves han sido testigos de todo lo grandioso, lo absurdo o lo grandioso y absurdo que los humanos han hecho. Las aves saben, participan, pero permanecen en silencio".