
Izumo gensei y reino divino de Takama
2 Piece Set
Aumenta el ATQ del portador en un
Relic Pieces

Kami de las desgracias de Izumo
NECK
Entrelazados están los trágicos destinos de dos planetas, danzando eternamente alrededor de un sol negro, cuyo oscuro fulgor arroja luz sobre su fatal destino. Al principio, uno de esos planetas dio origen a la humanidad. Esas personas inclinaron la cabeza y llamaron a la tierra bajo sus pies Izumo. Después miraron hacia arriba y llamaron al cielo sobre sus cabezas Takamagahara. En algún día no registrado en los anales de historia, los Kami Innumerables descendieron de Takamagahara. Esas bestias malévolas con nombres divinos hicieron caer el cielo, quemaron las aguas y despedazaron la tierra. La humanidad se dio cuenta de que no era una invasión para gobernar, dominar o saquear; los kami malvados solo venían a matar. En su lucha por la supervivencia, Izumo se embarcó en una campaña para acabar con ellos, usando el poder de toda la nación para acabar con la calamidad llamada Soberano de la Revelación, y usaron su cuerpo bestial para forjar la primera espada del decreto. Devolviéndoles la jugada a los kami, recitaron los mantras contenidos en las espadas, para que aquellos que las empuñaban pudiesen desafiar a los kami de Takamagahara y salvar a la humanidad de la maldad divina. Así comenzó la larga cruzada de Izumo, en la que se sacrificaron innumerables vidas para derrocar a un kami tras otro, y en la que se rompieron innumerables espadas para forjar las doce Espadas Protectoras. En la cruel lucha por la supervivencia, Izumo utilizó el poder de las espadas del decreto para iluminar el oscuro mundo aún sin civilizar, erigiendo brillantes ciudades en menos de diez Eras del Ámbar. El reino divino de Takama, otrora tan lejano, estaba a punto de ser alcanzado, pero la historia llegó a su fin abruptamente. Los dos planetas desaparecieron de la noche a la mañana, sin dejar rastro. Hoy en día, el pasado del remoto planeta Izumo solo se encuentra en fragmentos dispersos en el cosmos. Los estudiosos tienen diversas teorías sobre su desaparición, pero el misterio sigue sin resolverse. La historia de Izumo debería haber sido un largo río, pero se cortó de un solo tajo, y todo su pasado y futuro desaparecieron en el vacío. ¿Acaso nunca existió, acaso solo fue una fábula inventada? ¿Acaso nunca ocurrió, acaso fue una historia abandonada a la orilla de la causalidad inversa? ¿Fue otro cruel experimento del Dr. Primitivo, o un presagio del regreso de la Voracidad desde los confines de la galaxia? Solo el sol negro sabe la respuesta. Sin embargo, guarda silencio, sin decir una palabra. Porque todo lo que sucede está destinado a terminar, y todo lo que ha terminado está destinado a suceder nuevamente. El universo regresa eternamente bajo su sombra, e Izumo es solo una nota al pie de página.

Filos del inicio y el final de Izumo
OBJECT
Entrelazados están los trágicos destinos de dos planetas, y una vieja canción estaba desperdigada por la caverna donde se oculta la luz. Una canción sin principio ni fin, sin sonido ni eco, sin voz que la emita ni oídos que la reciban. Así reza: Takamagahara, infinita como Izumo, era un paraíso perfecto. Pero el cielo se oscureció, el gran sol desató las mareas, y los kami, en movimiento, dejaron sus huellas. Los numerosos kami de las desgracias aparecieron y asesinaron sin piedad, pero no esperaban que su autoridad fuera arrebatada. Izumo rompió 70 033 espadas de guerreros y forjó las doce Espadas Protectoras. La primera era "Verdad", forjada con el Soberano de la Revelación. Con ella, los mortales comprendían todas las leyes y principios, diseccionaban todas las cosas y recreaban milagros. La segunda era "Cielo", forjada con el Cénit Eterno. Podía convertir el cielo en una muralla, dificultando el paso de los kami de las desgracias. La tercera era "Aullido", forjada con el Trueno Poderoso. Podía invocar rayos que desgarraban el cielo, y los meteoros y los truenos impartían justicia divina. La cuarta era "Niebla", forjada con el Viento Ululante. Podía hacer que el viento arrasara la tierra y que las galernas azotaran sin cesar. La quinta era "Escarcha", forjada con el Abrigo del Firmamento. Podía congelar y detener el tiempo para crear infinitos páramos helados y estirar un momento por toda la eternidad. La sexta era "Vida", forjada con la Hermana Repudiada de la Mortalidad. Podía hacer que las tumbas florecieran, que la vida y la muerte se entrelazan y se disiparan. La séptima era "Fulgor", forjada con las Llamas de la Desgracia. Podía invocar fuegos que incendiaran el mundo, quemaran el cielo y calcinaran la tierra. La octava era "Iluminación", forjada con Sabiduría Incomparable. Podía discernir el pasado y el futuro con el espejo de agua y distinguir las verdades y mentiras de años distantes. La novena era "Fundamento", forjada con el Padre de las Tierras. Podía ordenar a las islas que flotaran en el cielo, y que las montañas y valles se interpusieran ante los ejércitos. La décima era "Millares", forjada con el Señor del Inframundo. Podía unir multitudes y que actuaran como un solo cuerpo. La undécima era "Atadura", forjada con el Guardián del Presagio. Podía sellar la desgracia y hacer que los males y los demonios desaparecieran en un instante. La duodécima era "Devoradora", forjada con Infinitas Desdichas. Podía corroer y envejecer el mundo mortal e igualar a los kami y los oni, dividiendo las cuatro almas de una entidad. Entonces, el inframundo quedó despejado, la guerra se detuvo y las doce espadas se rompieron y se guardaron. En el vacío, las almas muertas se inquietaron, y bajo el sol negro se forjaron dos espadas portadoras del destino del mundo. Una se llamaba "Principio" y la otra "Fin", porque todo empezó con la humanidad y terminará con los oni. Los lamentos cesaron y las flores muertas brotaron y se marchitaron. Los perdedores regresaron al vacío y los ganadores... se convirtieron en nada. El monje cojo cantaba sin afinar, porque quienes ostentan el poder de los kami andan de espaldas hacia la divinidad. Bajo el gran sol, la tierra que antes se llamaba Izumo se quedó sin humanos, oni ni kami.